Aleluya! Albricias y enhorabuenas! He descubierto que entre mi caudal de defectos múltiples, tengo un punto a mi favor, no soy ningún superhéroe, pero tengo vista de Superman.
Yo me descerebré, literalmente, desde los inicios de mis primeros signos de pubertad, a pura pantalla gigantesca de cine …
Buenas- dijo el niño de apenas siete años, despeinado y con una mirada de miedo- mi nombre es Remo…
Cuando Tía Carmela anunció, con dos meses de anticipación su cumpleaños número 50, dejó bien clara una condición:
Si eres tú el mejor de mis sueños
despertando en la absurda realidad,
eres esa chispa de placer ,
que me atraviesa el alma
La historia es completa y absolutamente cierta. Le agrego nombres y circunstancias, pero es real de cabo a rabo.
Olvidarte mujer, es más difícil que meter un dragón en un frasquito…
Olvidarte es más difícil que cantarle una canción de cuna a un elefante bebé … a puros gritos…
Me ha comunicado mi hermana que se va casar … Está bien y a mí qué? Acaso debería afectarme? Debería inmutarme porque un sabandija cara de lelo se inmiscuya en la familia, así no más, sin aportar nada y encima quedándose con una hermana que he cuidado tanto tiempo justamente para que no caiga en manos de un asno como éste?
La culpa la tuvo mi madre, Ai – Nozomi, venerable anciana a quien se le metió en su obstinada cabeza de campesina japonesa, viuda, con seis hijos varones (mis hermanos), que en lugar de sembrar arroz en los pantanos, había que fabricar micro chips en la mesa del comedor.