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Estaba en el entierro de una persona, al parecer había fallecido de causas naturales, el cuerpo estaba tendido sobre el ataúd de madera color negro, lo habían vestido con un traje

oscuro, la corbata estaba acorde con el traje, las manos habían sido puestas entrecruzadas sobre el pecho, no parecía que estaba muerto más bien parecía que estaba en un sueño muy profundo, varias coronas y arreglos florales estaban alrededor suyo, la imagen parecía de tranquilidad, varios parientes lloraban la muerte del difunto, miró a su alrededor y todos los asistentes vestían de color negro, le llamo la atención una señora ya anciana vestida toda de color blanco, se acercó donde ella y entablo comunicación, ésta al verlo le dijo:

 

-El final del camino-

-Si tiene razón para ahí vamos todos-le contestó-he notado que no viste como todos nosotros-

-Es una forma de hacerme notar, para pasar desapercibida-le dijo.

-Vistiéndose de ese color diferente a los demás, no creo-le recalco.

-Parece que así es, siempre vengo a los entierros vestida de esta manera así puedo velar por mis almas-le dijo.

-No le entiendo-

-Sí, tengo que velar por las almas que llevo a mi regazo, conducirlas por la luz al final del túnel-le dijo.

Sintió un escalofrió en todo su cuerpo, le pareció extraño lo que había dicho la anciana, pero tomo valor y le pregunto:

 

-No me digas que eres la muerte-

-Llámame como quieras o llámenme como quieran-le dijo

-Así que tú eres la que termina con la vida de los seres humanos-le recalco.

-Un momento en eso discrepo contigo, yo no quito la vida solo guio las almas, ustedes mismos son los que se quitan la vida-le contestó.

-Tienes razón pero si no existieras seriamos felices para siempre-le dijo

-Eso es imposible va en contra de la naturaleza humana y divina-le contestó.

-Eso lo entiendo pero es mejor no morir, no habrá alguna forma de que te mueras o te dejes matar para no estar en este martirio diario-le recalco.

-Te refieres a que yo muera o que ya no exista-le dijo-no seas iluso ¡por favor!, eso es imposible-

 

-Solo era mi opinión, si fuera posible, ¡pero no te enojes!-le dijo con un poco de miedo.

-Se ve que no me temes-le increpo la anciana.

-Temerte yo, ¡claro que te temo!, solo imagínate lo que me falta por hacer, por ver, por vivir, tantos rayos de sol que me iluminen, tantas brisas que me acaricien el rostro, tanto que tiene la vida por darme, me falta ver crecer a mis hijos, a mis nietos…-le comentaba, pero fue interrumpido por la anciana.

-A caso crees que duradas todo ese tiempo-

-¿No lo hare?, ¿cuándo moriré?-le pregunto.

-Eso solo yo lo sé-le dijo.

-¡Vamos!, dime cuando será o cuando me tocara-le insistía.

-No puedo decírtelo-le dijo-sería un caos si todo mundo supiera cuando se va a morir, imagínate los problemas que eso acarrearía, sería un desastre en este mundo-menciono la anciana.

 

-No te entiendo-

-Imagínate si todo mundo supiera cuando moriría, empezarían a comprar pólizas de seguros, retirarían el dinero de los bancos, comprarían o venderían todos sus bienes, peleas entre parientes por los testamentos o por las herencias, aumentarían la compra de servicios funerarios, los campo santos abrirían más nichos, en fin, no solo es cuestión de morirse y ya; me entiendes, sería un caos total-le comento.

-Entiendo tu punto, pero es mejor saberlo de antemano, digo para tener todo arreglado-le dijo.

 

La anciana se levantó de su asiento, camino alrededor de la silla donde estaba sentado él y le puso la mano en el hombro, a la vez le decía:

-¡No seas necio! no puedo morirme, ni pueden matarme, esas palabras no van conmigo, más bien dicho yo pongo en práctica esas palabras-le respondió.

-Me enoja eso de que tu decidas cuando, si pudiera lo cambiaria, te desaparecía, te asesinaría o mataría, tú debes morir muerte, para que todos seamos felices-le dijo muy enojado.

 

-Muerte a la muerte-le contestó-¿no es eso una paradoja?-

El asintió con la cabeza y cerró los ojos por un momento, luego los volvió abrir y suspiro diciendo:

-Tienes toda la razón es una paradoja-

 

En ese instante el ataúd fue cerrado y el cuerpo del fallecido fue puesto en el nicho, lo descendían lentamente, varios presentes arrojaron flores y otros unos recuerdos, él se levantó acercándose al nicho y ver por última vez al fallecido, la tapa del ataúd tenía una compuerta de vidrio en donde se podía ver el rostro del fallecido, de repente él se admiró por completo, el asombro fue tal que casi cae en el nicho, sintió como su cuerpo de elevaba y cuando vio de nuevo por la compuerta de vidrio observo su rostro dentro del ataúd, parecía muy apacible como si estuviera en un sueño muy profundo, mientras se elevaba sintió que alguien lo afianzaba de la mano, era la anciana que lo llevaba y le decía:

-Ya ves que es mejor no saberlo, vamos, te guiare por la luz al final del túnel-

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