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codoMe miró con esos típicos ojos acuosos, rellenos de tiempo, anécdotas y sabiduría, interrumpió el relato, y me preguntó …

-          Que parte de lo que te estoy explicando no has entendido?

-          Mire Abuelo – le expliqué con voz temblorosa de niño de trece años queriendo saberlo todo – todo venía bien, encontrar una mujer buena, un trabajo que me satisfaga … pero me perdí en esa parte de que la vida tiene codos.

-          Estas nuevas generaciones vienen más brutas de lo esperado ..

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La verdad no era tan así la cosa, al Abuelo le encantaban esas charlas de enseñanza didáctica de un sinfín de conocimientos universales, que siempre eran laaaargas, extremadamente largas, solo interrumpidas en el momento que se paraba y se iba a mear al Jardín de la vieja casona Patriarcal, típico caso de casa con planos europeos, con grandes patios, grandes jardines, 8 dormitorios y un solo baño para 17 personas que vivían en la casa … siempre estaba ocupado, así que el Abuelo, sin empacho alguno, se iba al jardín y orinaba frente a quien tuviera enfrente, pariente, nieta, hijo o hija, visitas ….

Pasaba por la fuentecita del jardín, metía ahí las manos para lavarse y volvía a sentarse …

-          Te estaba hablando de cuando llegas al codo de la vida ….- dijo el Abuelo

-          Eso, no me queda claro de donde la vida puede tener codos.

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Me miró con cara de “vos me querés enganchar a mi?”, yo llevaba un cuaderno y lapicero dizque para anotar datos que me decía el abuelo, pero no, la realidad es que estaba enamorado … y todo lo escrito eran poemas, acrósticos, corazones con el nombre de Diana.

Diana tenía 16 años e iba dos grados por encima del mío en el Colegio, imposible que se fijara en un niño recientemente púber como yo, era muy bonita, simpática y éramos como 150 los enamorados de ella, yo debía ocupar el último lugar de la lista.

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-          La vida no tiene codos, no te hagas el tonto, te contaba que antes de existir las medidas de distancia, los pescadores, ya que mayormente se vivía de la pesca, contaban por brazas o brazos la profundidad del ancla a medida que enrollaban el cabo del ancla en sus brazos, el codo era el punto donde se empezaba otra vez, un nuevo inicio de brazo … el codo de la vida es cuando tenés que cambiar de objetivo, has de haber llegado a un punto de madurez , y enfilás tu vida con otro propósito …

-          Y a que edad llegamos al codo de la vida Abuelo?

-          Varias veces, pero el más importante se da por ahí por los cuarenta.

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La vida continuó, Diana jamás me hizo caso, no la volví a ver, me dediqué a estudiar con mucho ahínco, me convertí en médico, saqué maestrías, me fui convirtiendo en un referente de la tecnología médica de mi país …

El Abuelo murió a mis 21, aquella orinadera traía algo consigo … cáncer de próstata y el jardín de la casa vieja ya no tuvo quien lo orinara.

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Seguí especializándome, dos períodos como Ministro de Salud, sin observaciones ni reparos, ni acusaciones de robo, me empezaron a salir canas, pocas pero visibles …

Me las descubrí yo solo en el espejo, no tenía quien me dijera “Uy! Te están saliendo canas!” … llegando a mis cuarenta años, era un profesional completamente exitoso, que vivía absolutamente solo … jamás tiempo para una novia, menos aún una esposa, un lugar al que llamar mi hogar.

El Dr. Fabián Padilla me habló una tarde …

-          Iván (ese es mi nombre) quería preguntarle si me podía asistir y darme su opinión en un caso de pancreas, que va a requerir un procedimiento de Whipple.

-          Por supuesto Fabián, (el me había asistido varias veces por petición mía), datos del paciente?

-          Mujer, 42 años, posible cáncer …

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Fuimos a ver a la paciente, y al entrar al preoperatorio, pálida, un poco avejentada, obviamente nerviosa, aquejada por el dolor …sonrió e iluminó la sala del preoperatorio …

-          Hola Iván – me dijo

-          Hola Diana – contesté.

Hicimos los procedimientos del caso, el Dr. Padilla se marchó a otra sala, nos quedamos solos, conversando.

Me contó que había enviudado, que tenía dos hijos, ya en la Universidad, preguntó por mi vida, nada … alguna novia fugaz, soltero … le conté que me parecía extraño que después de tantos años, la primera vez que hablábamos fuera bajo esas circunstancias, me preguntó porqué … le hice la historia de mi temor a la “señorita” de 16 años, teniendo solo 13 … quizás me sonrojé …

-          Sabe que Doctor Iván Morales? Es usted un tontito …. – y con una sonrisa a flor de labios, se fue quedando dormida.

La primera vez que puse mis dedos sobre la piel tan amada de Diana, fue para para extirpar la cabeza del páncreas, la primera parte del intestino delgado (duodeno), la vesícula y las vías biliares … poco romántico, en verdad.

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La operación fue un éxito, el Dr. Padilla era un referente calificado en éstas áreas …

Tres horas después, pasé por la sala de recuperación, Diana había despertado de la anestesia y al verme, volvió a dibujar aquella sonrisa del colegio que iluminaba todos los pasillos …

-          Hola tontito – me dijo.

-          Hola mi amor – le contesté sin pensar.

Y fue ahí, justamente ahí, que descubrí exactamente lo que el Abuelo me quería explicar 30 años antes, mientras yo dibujaba corazones con el nombre de Diana …

… éste momento era el codo de mi vida.

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