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De las andanzas futboleras de mi infancia, que fueron múltiples, y de miles de kilómetros corridos tras un balón... nunca me voy a olvidar ...

Sudor trenzado con uniformes escolares, recreos con desafío de gol, dientes rotos y potreros llenos de polvo donde una veintena de niños jugábamos a algo parecido al futbol (o sea, correr todos detrás del balón sin sentido ni dirección), hay alguien de quien nunca me voy a olvidar...

Hermes...

Tenía nuestra misma edad, pero una seriedad pasmosa y si bien jamás faltó a la cancha de futbol y corría como el que es más, era muy diferente a todos nosotros...

Todos soñábamos con ser o porteros o delanteros (la opción defensa central o volante de contención no existe a los once años) o Real Madrid o Barcelona, o Boca o River, o Águila o Alianza...o Atlético o Municipal... menos Hermes.

Hermes no perdía el tiempo en opciones, Hermes quería ser árbitro.

Así, nuestras refriegas futboleras siempre fueron las más ordenadas del mundo, nunca hubo trifulcas sobre quién ganaba o quién perdía, a diferencia de todos los jugadores de menos de un metro cincuenta de estatura en tardes de siesta, nosotros teníamos árbitro, teníamos a Hermes.

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Para una Navidad, pedí a mis padres el uniforme completo de mi equipo, casi todos hicimos lo mismo, menos Hermes, Hermes pidió un silbato y su traje negro... de arbitro.

Y nada de árbitro sobrador o prepotente, Hermes corría a la par de nosotros, y no le quitaba ojo a la jugada desde pocos centímetros de distancia, impecable, elegante,

Silbato en sus labios, tarjetas en sus bolsillos, libreta en mano y reloj en punto, aprendimos las reglas del futbol porque Hermes nos enseñó... y fuimos sus aprendices.

Jamás jugó un partido, si a veces éramos diez de un lado y once del otro, Hermes no se incorporaba para equiparar número, no, sacaba a uno de los once para ajustar diez para diez con derecho a un cambio para cualquiera de los dos equipos, consultaba el reloj, tomaba el balón, lo ponía al centro, y empezaba el partido...

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Nunca un fallo dudoso, nunca una tendencia para ningún equipo, desde otros barrios lo venían a traer para que pitara y Hermes hacía sus cronogramas, decía tal día a tal hora puedo, y empezó a cobrar por sus arbitrajes, lo justo, o sea que alcanzó el nivel de profesionalismo mucho antes que cualquiera de nosotros siquiera lo imaginara... jugadores había de sobra, árbitros siempre faltaban.

El bachillerato ya nos fue separando, la universidad aniquiló a nuestro grupo de amigos, supe que Hermes siguió estudiando economía y se pagaba los estudios pitando partidos de primera "B" y Liga de Ascenso.

Lo perdí de vista...

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Una tarde de café entre amigos, alguien me comento...

-          Supiste lo de Hermes?

-          No

-          Fíjate que se casó con una estudiante de medicina deportiva muy bonita, Mabel creo que se llama ...

-          A la salud de Hermes. (Brindis General).

Otra tarde...

-          Supiste lo de Hermes?

-          No ...

-          Ya esta arbitrando en primera división.

-          A la salud de Hermes. (Otro brindis).

     Y un par de años después, cuando Hermes ya era árbitro internacional. Escarapela FIFA. Nuestro máximo orgullo local.

-          Supiste lo de Hermes?

-          No

-          Anda medio jodido, lo dejó la mujer ...

-          Ve! y eso?

-          Se le fue con este rubio, Ponzolli, el extranjero que juega en el Atlético ...

-          Que jodida ...

-          Si... pero ahí sigue adelante Hermes, sigue trabajando bien y sigue pitando.

Pueblo chico, infierno technicolor, el morbo llegó a su máximo punto, cuando el Atlético de Ponzolli, arribó a la final de primera contra el Municipal, clásico nacional... y en sorteo de árbitros, queda designado para arbitrar el partido super candente... nuestro buen Hermes.

La prensa hablaba de ello sin mencionar nombres, la radio deportiva se regocijaba con el acontecimiento, era plática de bar en bar, el Municipal a la final contra el Atlético de Ponzolli, que le había robado la mujer al arbitro...

Creo que jamás una final tuvo tanto público como esa, los que no cupieron en el estadio lo vieron por TV, el país se paralizó.

El partido comenzó fuerte, recio, era una final, Ponzolli y el Atlético dominaban, pero el Municipal no era hueso fácil, claro... todos los ojos del estadio sobre Hermes.

Ponzolli, extranjero arrogante, convertido en héroe de la afición, semental circunstancial, jugaba fuerte, metía pierna... Hermes lo reconvino al minuto veintidós...

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-          Cuidado con esa pierna Ponzolli, la próxima es amarilla.

-          Saludos te manda la Mabel - media vuelta y se fue, el estadio en silencio, el país en vilo, la cámara de TV se acercó a la toma, y aunque no escuchamos el dialogo, todos leímos los labios.

Hermes ni siquiera se inmutó.

Minuto sesenta y dos, cero a cero, Ponzolli buscando el gol se enreda el solito en los pies de un defensa del Municipal y discretamente se tira al suelo, buscando el penal...

Silencio en el estadio.

Hermes corre hacia la acción, e implacable y sin dudar, saca la tarjeta amarilla a Ponzolli por simular penal... Ponzolli estalla en su arrogancia.

-          Amarilla por qué? Por acostarme con tu mujer?

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Era roja .. el país gritaba ... era roja ! Y con uno menos, el Municipal ganaba, porque dominaba ... era expulsión segura ... para todo el mundo ..

Menos para Hermes.

Hermes tomó nota, se dio media vuelta, y sin despeinarse siquiera, pitó el tiro libre desde su propia área para el Municipal. Ponzolli, sonreía, aplaudido por su hinchada... que ya comenzaba "árbitro cornuuuuu ...do. árbitro cornuuu ..do".

El grito se acentuó, cuando Hernández del Municipal, a los ochenta y nueve, de media vuelta y desde treinta metros metió el gol del campeonato, golazo, impecable.

Minutos después Hermes pitó el final, la hinchada del Municipal festejaba el campeonato y la del Atlético seguía "arbitro cornuuuu ....".

La cámara siguió a Ponzolli que se acercó a Hermes amenazador, le gritaba, lo ultrajaba, Hermes caminaba tranquilo, con el balón bajo el brazo y los líneas trataban de apartar al rubio del Atlético que estaba como loco.

Hermes caminó por el centro de la cancha, buscando la línea de cal lateral de salida, sin titubear, Ponzolli encima, los asistentes tratando de apartar al rubio prepotente y herido, la hinchada del Atlético ... "arbitro cornuuu ..."

Entonces Hermes atravesó la línea del campo, soltó el silbato, le dio el balón al cuarto comisario, entregó su libreta y tarjetas, además de la escarapela FIFA a los líneas y llamó a Ponzolli ...

-          Ponzolli .. por favor acérquese.

-          Que querés hijo de puta?

Lo vió el país entero, Hermes apretó un puño, el derecho, y de una certera trompada noqueó al rubio, que quedó tendido en la grama, en medio de un río de sangre que salía de sus propias narices, y el silencio de sesenta mil personas.

Hermes se retiró del campo... y al día siguiente del arbitraje.

En el café...

-          Supiste lo de Hermes ?

-          No ...

-          Está trabajando de asesor económico de Naciones Unidas, gana cualquier cantidad de plata, se casó con una rubia sueca que es un bombón.

-          A la salud de Hermes.

     (Brindis General)

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