Y a veces apareces en el sueño incierto
como fantasía perdida en las caricias
atrapadas en las manecillas del reloj
de nuestro tiempo, que perdió en su
paso de horas y minutos,
la fuerza de una entrega
y ahí vamos ahogando
ansias, deseos y esperas.
que se resumieron en un mar de nada
donde nada es tan real como
aquellos besos matutinos, escondidos
que nos provocaron darnos un poco más,
a veces solo a veces , así te deseo,
a veces de forma imprudente aparece
una señal lejana
que aparenta ser un reflejo que aun
en medio de los desencuentros
donde la vida nos llevó,
algo de mi alcanzas a sentir,
en el silencio, en la soledad en el vacío
donde tal vez evitas llegar, así como yo
como algo de ti yo aprendí a extrañar
A veces, solo a veces sucede
que tus deseos y mis deseos
no logran ponerse de acuerdo
para en medio de la madrugada
poderte decir, aun en contra del presente
sigues siendo mi deseo pendiente.
Dime que sí puedo
Que seré feliz
El número de personas que solicitaban permisos para salir de la Europa ocupada por los Nazis creció constantemente en los años previos y durante la Segunda Guerra Mundial. Los judíos y otros refugiados que huían de la persecución en sus propios países dependían en gran medida de la ayuda de diplomáticos, cónsules y otros funcionarios extranjeros, entre ellos especial mérito a un salvadoreño.
En los años 60´s por primera vez, se tuvo conocimiento, en nuestra campiña salvadoreña, de “La Bestia”, así se llamó por primera vez, al raro animal, que asolaba nuestra campo y mordía, desangrando, a diferentes animales … terneros, perros, becerros …