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Digamos Andrés, nació en un hogar humilde, regenteado por madre solamente, porque padre, pasó, sembró semilla y después, si te he visto no me acuerdo. Su madre, primero echando tortillas, después comprando una máquina de coser y por último colocándose de  planera en una maquila, logró sacar adelante a su hijo.

 

- “Mi Andrés va a lograr y tener todo lo que yo nunca tuve” se le oía decir. 

Digamos Andrés se graduó de Ingeniero Industrial hace cinco años, apoyado por el sudor de su madre y agasajado por las lágrimas de su madre, cinco años … como la gran mayoría de profesionales jóvenes del país nunca ha conseguido trabajo, ni va a conseguir, no tiene ni la experiencia, ni la presencia, ni el cuello ni los contactos … Su madre enfermó, de artritis primero, diabetes después, no hay dinero para medicinas, en los hospitales nunca hay, Digamos Andrés cuida a su madre, día y noche, y así sobreviven o “sobremueren” que es una forma muy triste de vivir, con el “que te dije” a dos manos.

Digamos Marielos es estudiante, vive en una zona complicada de la ciudad, peligrosa, un día, volviendo de clases, vió como asesinaban a 30 metros de distancia, a su hermano, y para colmo de sus males, vió quienes asesinaban a su hermano, sabe quiénes son y amaba a su hermano, así que se decidió a denunciar y testificar en contra de ellos. Digamos Marielos como mujer valiente salvadoreña se enfrentó a juicios, fiscales, abogados, jueces, maleantes, todos en un solo combo … tuvo protección del programa de testigos. 

Digamos Marielos luchó en vano, la jueza dejó libre a los asesinos de su hermano por algún tecnicismo sacado de la manga. Digamos Marielos volvió a su casa, no tiene otro lugar donde ir … sabe que la misma muerte, con la misma cara de muerte, que acabó la vida de su hermano le espera a la vuelta de cualquier esquina, y así sobrevive o “sobremuere” que es una forma muy triste de vivir, con el “que te dije” a dos manos.

Digamos Don Florencio abre sistemáticamente su negocio a las 5 45 am todos los días del año, incluyendo sábados y domingos, feriados y fiestas de guardar. El negocio queda en la 13 calle, casi pleno centro de la ciudad. Digamos Don Florencio heredó el negocio familiar que su abuelo, uno de tantos inmigrantes españoles abrieron a inicios del siglo pasado, en lo que entonces era un país nuevo, próspero, transitando del añil al café, con pericos atravesando cielos claros de sur a norte por la mañana y viceversa al atardecer. 

Pero hoy ni los cielos son limpios, no quedan pericos y mucho menos prosperidad. Vende poco y no alcanza a pagar a las pandillas que exigen, también sistemáticamente la “renta” semanal. Lleva tres semanas sin poder pagarla, y así sobrevive o “sobremuere” que es una forma muy triste de vivir, con el “que te dije” a dos manos.

Digamos Doña Soledad, trabaja, si bien ya está en edad de pensión, sigue trabajando, para sacar unos centavos más, lo de la pensión no alcanza para mantener su hija y nietos, su hija echa para adelante, pero el pisto no ajusta de manera alguna, así que aborda todos los días el bus para dedicarse a la limpieza en una empresa de la capital. Hoy abordó la ruta de siempre, la de todos los días, y vió que el bus lo manejaba el “Pelusa”, lo conoce desde cipote, sabe que anda en drogas, que no tiene licencia, que se pelea por ser jefe de punto  con el “Coyote Bizco”, y para eso corren por toda la carretera para ver quien llega primero. En ese sarcófago que es su transporte de todos los días, Digamos Doña Soledad viaja, y así sobrevive o “sobremuere” que es una forma muy triste de vivir, con el “que te dije” a dos manos.

Digamos Ramiro logró, después de días, casi meses de carretera, trenes y desiertos, llegar a los USA. Tuvo que dejar su mujer y sus tres hijos, porque el país simplemente no le ofrecía un solo chance de empleo, y había cuentas por pagar y niños por mantener. Una madrugada lluviosa de agosto partió rumbo a ningunaparte con el corazón hecho pedazos. La lluvia le permitió disimular las lágrimas, que no ha logrado parar desde entonces. Un primo de un amigo lo alcanzó a hacer llegar a Houston, y le consiguieron un trabajo que nadie quería. A las 2 00 am al cerrar un restaurante, Digamos Ramiro entra y limpia, lava cada plato, cada copa, solo, mata las ratas, deja el local en condiciones y se va  a las 9 00 am. 

Manda el 90  % de lo que gana a su esposa y sus hijos, lo que le queda es para pagar su parte de un cuarto que comparte con 8 ilegales más. Sabe que la “Migra” ya los tiene fichados, sin embargo sigue luchando, y así sobrevive o “sobremuere” que es una forma muy triste de vivir, con el “que te dije” a dos manos.

Todos sabemos que Digamos Ramiro, Digamos Don Florencio. Digamos … no son inventos, son realidades, usted conoce decenas de casos iguales y yo también. Es la realidad tangible de nuestros hermanos, los que realmente hacen Patria, pero se han vuelto invisibles, invisibles digo, porque sus problemas no han sido vistos por ninguna autoridad, ningún Gobierno, ni éste ni el anterior, ni el anterior … etc.

Y mientras seguimos pagando impuestos para subsidiar spas y lujos de paria y pagar salarios de burócratas que se acusan el uno de bolo y el otro de ladrón, cuando todos son borrachos y ladrones, todo ese dinero debería ser para Digamos … El Salvador.

Porque a El Salvador, compatriotas, o lo sacamos del hoyo entre todos, o nos hundimos con él.

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