En 1944, el Dictador Maximiliano Hernández Martínez, después de la emancipación de todo el pueblo salvadoreño, con huelgas de brazos caídos, levantamientos públicos, verdaderas manifestaciones populares, entendió, que El Salvador ya no lo quería más como Jefe de Estado, que ya se había cansado del “brujo de las aguas azules”, por lo que después de aferrarse al poder … renunció en un comunicado y se despidió con esta frase …

“No creo en la historia porque la historia la hacen los hombres y cada hombre tiene su pasión favorable o desfavorable. Yo no creo más que en una cosa: en mi conciencia, y esa conciencia me dice que he cumplido con mi deber.”

A principios del siglo XX, se había comenzado a formar en nuestro país, un real movimiento obrero, con la organización de federaciones y sindicatos, sin embargo, el avance de éste fue detenido por la dictadura de Hernández Martínez. No solamente este episodio definió la vocación de tirano del mencionado Maximiliano, de su personalidad autoritaria, y autocrática, sino también la intervención altamente represiva de la sublevación de las comunidades indígenas de Izalco, Caluco, Armenia, toda la franja Pacífico Occidental en 1932, cuya cantidad nunca definida de víctimas sigue siendo una herida sin cerrar en la Historia Nacional.

 Para esa época, cada país del área tenía su dictador particular, Tiburcio Carías en Honduras, Rafael Leónidas Trujillo En Dominicana, Castillo Armas en Guatemala, Hernández Martínez en nuestro país, duros, militaristas, pero dueños de una firmeza que hacen que nuestros abuelos aún hoy recuerden …”En las épocas de mi Gral. Hernández Martínez, se podía dormir con la puerta abierta, no había ladrones, y los que habían no se animaban a salir”.

Y ahí está mi punto, no es idea de esta columna recordar idas y vueltas de nuestro teósofo Jefe de Estado Hernández Martínez, que creía que el cólera y mal de ojo se curaba tapando de papel rojo el alumbrado público, no, sino que poner el dedo sobra la llaga en el hecho que hay un amplio sector de nuestra población que está convencido que vale más ojo por ojo que cien volando, que hay que volver a estas épocas en las que ladrón conocido era cadáver anónimo la mañana siguiente …

Y sí, es cierto, a muchos nos gustaría tener la certeza, la seguridad de un Gobierno que nos garantice que nuestro hijo que sale a pie de casa, cada mañana a estudiar, va a regresar a casa, sano, caminando, y no en un ataúd con su nombre escrito con un plumón sucio y faltas de ortografía encima.

Eso pasaba en aquellas épocas. Había seguridad delincuencial, es más, en toda la época de las dictaduras militaristas de nuestro país, que Maximiliano inaugura de 1932 con el golpe de Estado a Araujo, hasta 1979, la seguridad del salvadoreño, esa que hoy tanto anhelamos, estaba casi garantizada … ojo, la de las represiones políticas, por el contrario, estuvo a la orden del día.

Aja .. pero a que costo ?

Al costo de asesinar nuestra Democracia.

Porque hay que entender, que si hemos tenido y tenemos Presidentes blandengues, egocéntricos, megalómanos, con poco carácter y flojos en esta materia en los últimos años, la culpa no es de ellos, es nuestra, que los hemos puesto ahí, mediante el ejercicio de nuestro voto, la muy casquivana Democracia, que nuestro país perdió durante décadas y al recuperarla, nos conduce a vivir en esta anarquía, esta tierra sin ley, 74 años exactos tras la caída de Hernández Martínez.

Esta anarquía donde las pandillas no son reprimidas, por el contrario, gobiernan, mandan, se expanden en su accionar al área rural y al trasiego de drogas en el Golfo, mientras nuestro gabinete de Seguridad aún no aprende a sumar, pero como siempre, quieren enseñarle a la ONU y organismos internacionales como se suma. Donde este mismo día que iniciamos, morirán de doce a trece compatriotas que iban pasando por ahí, algunos inocentes, niños inclusive, mientras se pide más plata para seguridad pero no se dan reportes de partidas discrecionales de la Presidencia, y de las plazas fantasmas de la Asamblea, de la plata que se bolsearon de los impuestos de "contribución especial" y no se les paga a los proveedores de zapatos de las escuelas, por lo que nuestra infancia sigue yendo a clases como siempre … chuña ...ah! pero lo de los uniformes se usó de as bajo la manga en campaña política ... nos siguen viendo la cara.

Eso es Democracia, imperfecta, hetaira, meretriz pero democracia al fin … como en las presidenciales que vienen, donde habrá que elegir entre lo malo y lo peor …

Aún así respaldamos y defendemos nuestra Democracia, pero cuando nuestro abuelos nos cuentan de épocas que se podía dormir con la puerta abierta y sacar las sillitas a la acera de noche, para platicar con el vecino o jugar cartas, no podemos reprimir una lágrima de nostalgia, dos lágrimas de preocupación por el presente que vivimos ….

Y tres lágrimas de pánico por el futuro que les espera a nuestros hijos, si alguien no hace algo pronto.

Porque a El Salvador, compatriotas o lo sacamos del hoyo entre todos, o nos hundimos con él.