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"Fue la última vez que el Boquerón hizo erupción … esperamos, casi noventa años después, que nunca más vaya a suceder algo similar” (Don Julio Villeda (1901 – 1989)

Las palabras de Don Julio, siguen resonando en mi cabeza, hoy, un siglo después de la última erupción de nuestro volcán de San Salvador y más específicamente no ladera NorOccidental ..."Los Chinitos" de frente a Quezaltepeque.

Todo lo que sé del famoso y destructivo terremoto del jueves de corpus me vino del relato de Don Julio, a quien le fascinaba hacernos historias de los ríos de lava bajando por el volcán, y del San Salvador antiguo, del pueblo que entonces éramos, mudada la capital ya tres veces en el siglo anterior (San Salvador – Cojutepeque – Santa Tecla y de vuelta San Salvador) por los benditos terremotos.

6/7 de junio 1917

"¿Quién me empujó? 

yo me caí

 por ir huyendo del Jabalí"

Pasada la tragedia, la tonadita habría de hacerse famosa en la capital de 100 000 habitantes que empezaba a despertar de una de sus terribles pesadillas, pero esa madrugada del jueves de Corpus, el cráter del Boquerón, en el volcán de San Salvador que hasta una laguna navegable tenía antes entonces, dado su enorme período de inactividad, y ya se consideraba extinto, soltó toda su furia.

De hecho, desde la tarde el día anterior, la pueblerina capital había sido remecida por un temblor que hoy calculamos en VI Mercalli (por su intensidad) a las tres de la tarde y a las ocho y centavos de la noche, un temblor similar anunció que algo pasaba.

 

La gente durmió, si acaso durmió ..en zozobra, pero la madrugada no trajo más novedades, por lo cual, las labores empezaron ese jueves normales y sin más comentarios que “sentiste los temblores de ayer ?” 

Sin embargo, a las 18: 55, 19: 30 y 20: 45 horas del jueves 7 de junio de 1917  tres grandes terremotos de origen volcánico destruyen casi totalmente a San Salvador y localidades vecinas como Apopa, Nejapa, Quezaltepeque, San Juan Opico, Santa Tecla, Armenia, San Julián, Sacacoyo, Tepecoyo, Ateos, Caluco y San Vicente.

Hoy podemos calcular esos tres terremotos en magnitudes de 6,7 y 5,4 grados Richter, pero en aquella época, tales precisiones no existían, tanto el Boquerón como el cráter secundario de “Los Chinitos” comenzaron a verter lava, la laguna del Boquerón entraría en ebullición dos días después hasta secarse.

 

La lava comenzó a caer sobre la ciudad y aledaños, se abrió una grieta significativa en el lado Nor occidental del volcán, esta era un área menos poblada, pero los ríos de lava alcanzaron a destruir Quezaltepeque, desviar la vía férrea de lo que hoy conocemos como Sitio del Niño, y detenerse a 3 kms de la Laguna de Chanmico. 

La gente huía despavorida hacia la Laguna mencionada, creyendo que la lava les seguía, pero aun deteniéndose en el punto antes descrito, la superficie de lava cubrió casi 13 km cuadrados.

Aun casi 60 años después, recuerdo que grandes rocas de lava, podían verse desde la carretera en la zona del Jabalí, hasta que esa zona fue totalmente urbanizada …

… de ahí la cancioncita.

 

 

Un tal Ricardo Arenales 

Trabajando como periodista, para el diario “Diario de El Salvador”, este colombiano que alcanzaría su fama bajo el seudónimo de Porfirio Barba Jacob, fue testigo presencial del terremoto, y dejó en su libro “El terremoto de San Salvador” una crónica novelada de los daños causados el 7 de junio de 1917 y los días posteriores.

De 9000 edificaciones del San Salvador de entonces, solo 200 quedaron en pie.

Edificios que cayeron: Central de Correos y Telégrafos, el Hospicio de Huérfanos, la Catedral, la Universidad, la Escuela Politécnica, el Palacio del Tesoro, el Municipal, los mercados, la Imprenta Nacional, la Penitenciaría, la Casa Blanca, la Logia Masónica, la Residencia Presidencial, los cuarteles, el Manicomio, los bancos Salvadoreño, Occidental y Agrícola, los teatros Principal, Colón y Variedades.

 

(Fotos/datos: -  Ediciones La Prensa de la época. -  hunna.org -  Relatos testimoniales.)

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