Entré a la oficina de Hacienda, de las Tres Torres, con una carta. Se la mostré a una de las empleadas. Ella me dio los timbres y con una sonrisa llamativa me dijo a quien debía entregársela. Sonreía muy bonito … le correspondí también con una sonrisa y ella entonces me repitió a que oficina debía ir, pero no me moví ….
– Cómo te llamás?
– Muriel –contestó.
– Hace mucho que trabajás acá?
– No, hace poco.
– Y a qué hora salís?
– A las cinco
– Dónde vivís?
– En la Avenida Jhosse Lora veinticuatro catorce.
– Qué colonia es?
– Es la colonia Old Spice
– Ahhhh! Vas a la playa, en Semana Santa?
– A veces.
– Te gusta el cine?
– Sí.
– Están dando una buena, de los Vengadores.
– Sí, ya sé.
– La viste?
– No.
– Yo pensaba ir esta semana.
– Qué bien … sería lindo ir los dos – sugirió Muriel con una sonrisa y mordiéndose los labios
– Has ido al teatro, últimamente?
– No.
– Yo tampoco. Hace tiempo que no voy.
– Sí, yo también.
– Es que no me gusta mucho ir solo, y a veces no tengo con quién ir.
– Sí, te entiendo, pero te puedo acompañar – y Muriel se abrió un poco el escote de la blusa.
– No leés libros?
– Sí. Cuando no hay mucho trabajo leo acá.
– Yo también –dije.
– Acá? –preguntó ella.
– No. Donde yo trabajo –contesté–. Sos casada?
– No
– Tenés novio?
– No, ahora no.
– Yo tampoco.
– Ajá – hizo un guiño sospechoso Muriel
– Tampoco tengo novia, quise decir.
– Sí, te había entendido.
– Estudiás, además de trabajar?
– No, ahora no. Antes estaba sacando contabilidad, pero dejé.
– Esta noche pasan el partido por televisión, sabés?
– Sí, escuché el anuncio … sería lindo verlo juntos … no? – dijo Muriel inclinándose hacia adelante para viera sus senos en todo su esplendor.
Me volteé a ver atrás y se había formado una gran cola detrás de mí, así que le dije adiós a Muriel y me fui. Llegué a mi casa y me manoteé el ganso desesperadamente. Luego me prometí si algún día pasaba por la oficina de Hacienda le iba a preguntar a Muriel si tenía teléfono y, en caso de que me dijera que sí, anotar el número …
… me pareció que le estaba cayendo simpático.
Así reza el segundo mandamiento, sin embargo …
No, no es que me haya equivocado de refrán, es simple, triste y contundente, en nuestro país el que a hierro mata… cuchillo de palo.
Roma no se hizo en un día, ni maduran en 24 horas las sandías, se te cayó la estantería, y eso te sume en agonía, fatiga, tranquila, tratemos el asunto con asepsia, basta de turbulencias, flatulencias, clemencia, conciencia … tené paciencia, Hortensia …