No esquives tu hombría de mi ser
átame despacio a tu silueta,
apriétame con el calor de tus manos como brasas prendidas
Brasas que acarician como fuego ardiente
desatando por completo mi fuego
el fuego de mi pecho herido, que posee luego a mi vientre
tu calor me estremece y me empuja a desearte
como deseo tener tu vida en un instante previo
como suelen tenerlo esos fieros amantes …
Desearte, ¡Ah! vida mía, desearte es lo que más hago
aprisióname a este deseo o recórreme con tu hiel
Fina amargura que enlaza mi alma
como enlazas tú, mis piernas a tu cuerpo
tomando mi cintura como paral de viento,
vierte toda tu esencia en mí, quémame !
Arrastra a mi vientre a tenerte, sentirte
y amarme una vez más …
Hazlo ahora y después te vas
Que poca suerte la de Cristóbal, no pegó en ningún oficio, así que siendo un navegante discreto, del medio de la tabla nomás y teniendo habilidad para parar un huevo, le vendió a la Reina Isabel la idea de que podía descubrir la ruta a las Indias, cerrada por los Otomanos …
El origen más aceptado, se remonta al siglo pasado, resulta que allá por 1956, se publicó un libro infantil, llamado “Madeline and the Bad Hat”, escrito por Ludwig Bemelmans, la historia narra acerca de Madeline y un nuevo vecino, el embajador de España, que se muda a la par de su casa … con un hijo llamado Pepito.