“Nunca serás Miss Universo
Te falta busto, te sobra cerebro
No me importa que no salgas en portadas de revistas
si a la hora del amor
sigues siendo tú misma” (Pienso en ti de los pies a la nariz. Rucks Parker).
Yo siempre preferí las feas, primero por feo, y segundo por feo que suene el mismo término, las menos bonitas, tienen amplias ventajas sobre las bonitas, porque las mujeres lindas siempre andan haciendo malas caras por todo y uno tiene que estar preguntándoles cada quince minutos si están bien, si tienen algún problema o están de mal genio y si se quieren ir ya irse para su casa.
(El “qué te pasa mi amor ?” cada cuarto de hora aburre … a ambos.)
Las feas, en cambio, se apuntan a cualquier salida hasta la hora que sea. Son buenísimas para desvelarse y ellas mismas llaman taxi para irse a su casa después de una noche de acople.
Si amanecen con uno, se ofrecen a preparar el desayuno y, muchas veces, dejan hasta los platos lavados, que uno tenía acumulados hacía tres días. Además en la cama … son unas leonas !
Las mujeres bonitas en cambio, tienen complejo de radiador, se la pasan tomando agua todo el día. En los restaurantes piden los platos más simples pero los más caros y cuando traen la cuenta, hablan por celular o se van para el baño, con una sutileza que no engaña a nadie.
Las feas, por el contrario, salen con pisto en la bolsa para colaborar con el tetuntazo de la cuenta, y lo más lindo: son cómplices en la enchilada que te chorrea toda la ropa, los totopostes quiebra dientes de San Marcos Lempa, el elote asado de orilla de carretera Panamericana y otras delicias que hacen la vida del hombre más hermosa, luego es lógico que ante nuestros ojos, aparezcan y luzcan más bellas.
Las mujeres agraciadas son malísimas para empujar un Toyota Tercel en una noche lluviosa. Mientras que una fea es capaz de desarmar un motor con su pinza de cejas mientras uno les colabora sosteniendo la linterna.
Las feas no ponen problema por nada. Les caen bien a los amigos de uno porque son consideradas un miembro más del equipo. No arrugan la cara cuando uno se toma un trago, o dos, y hacen pipí en cualquier baño, sin hacer escándalo ni problema.
Las bonitas miran el identificador de llamadas antes de contestar, cuando uno las llama, y uno sabe que están pensando "le contesto a este pasmado o no ?” mientras que las feas siempre te contestan: “que ondas ? en vos estaba pensando”. Uno les puede marcar a cualquier hora y te agarran la llamada aunque las llames a las tres de la mañana porque necesita hablar con alguien.
Cuando uno tiene una novia bonita, debe hacer curso de chambelán y guardaespaldas, porque los amigos se la pasan mirándole los pectorales y los enemigos tratando de quitártelos.
Las novias bonitas lo agarran a uno de chaneque para que uno les cargue tanto la mochila y la PC en la universidad o esas bolsas llenas de ropa que uno mismo pagó en un centro comercial. Las feas en cambio, lo acompañan a uno a hacer mercado (así, sea en el Central) y ayudan a subir las bolsas sin pedir ni un jabón a cambio.
Las novias feas jamás lo olvidan a uno y siempre se les puede volver a llamar “por los viejos tiempos”. En cambio las bonitas son ingratas, terminan cambiándolo a uno por cualquier “carilindo con pisto” porque esas exactamente, las más lindas, las más hembras, con sus trasparencias, sus siliconas y colágenos, sus cinturones de piel de culebra, sus carteras enanas, sus pantalones descaderados, sus gafas de colores y sus botas puntudas …
… siempre terminan dejando asomar una loba que por ahí tienen bien escondida.
Las bonitas nos ponen nerviosos. Suelen hacerle casting a todo el mundo. Les gastamos y nos desgastan.. Nos ponen de mal humor, nos desvelan, nos envejecen más rápido.
Las feas, en cambio, aportan vida, son buena compañía, platican inteligentemente, son bastante caseras, son inmejorables compañeras de trabajo y la mayoría tiene un excelente sentido del humor …
Así que cambio a cien mujeres lindas, por una fea.
Mujeres que ya trascienden los sueños
intangibles
imposibles
del más allá
para volverse mujeres
del más acá.
Si Jesús volviera a casa, su casa, su tierra natal, el día de hoy, descubriría que su origen judío, torna compleja su posición.
Al fin tenemos una excusa distinta a “yo pasando iba y estos … a saber … la agarran con uno”, que decora los noticieros de nuestras radios y TV cada vez que atrapan a un ladrón, hoy la onda son los genes.
He descubierto, mujer de mis sueños, en este recorrido a través de mis ilusiones y mi anatomía, que me es totalmente imposible quererte con el corazón…