Pepe Parásito, pajarraco pterodáctilo, sanguijuela del neoclásico, huele a mierda y hiede a plástico, te sangra a lo jurásico, te pone trabas y mil obstáculos, te ahorca con tentáculos, pero al Jefe le da un ósculo, en el sitio más recóndito, cada día al crepúsculo …
Pepe Parásito, se le enrolla como víbora, le hace cuentos caóticos, suelta intrigas pero en ráfagas, como buen inútil y foráneo, y le lame bien el lóbulo, entre vómito y vómito, que bien sabido es que un chupa gónadas, no tiene otro uso práctico, más entre cada devaneo aristocrático, le gusta que se lo enhebre un cómico, que lo haga soltar un par de lágrimas y ser la Reina del palomar.
Pepe Parásito, no sabe de lógicas aristotélicas, pero conoce todo sobre el ámbito bucólico, no se codea con clásicos, sofistas o neoclásicos, conoce el farandulerío básico, y las proyecciones cósmicas, se sienta en su tálamo, como a la sombra de un álamo, a difamar y despotricar contra sus congéneres, perfil de rábano, patín de sábana, huele bien más poco higiénico, plante de bacteria, causante de difteria ... residuo de materia fecal.
Pepe Parásito, zancudo anófeles, actitud de Mefistófeles, aspecto caucásico, pensamiento fálico, verdugo eutanásico, se las pica de metafísico, pero naufraga en espasmos como tísico, raya en lo poco ético, de un modo más bien patético, pero se sobrecuida con lo estético, nada es natural todo sintético, como modelo hipotético, se las pica de polifacético, pero en realidad en ningún campo es mínimamente práctico.
Pepe Parásito, ocioso fanático, pinta para político, con su espíritu tan cínico, su vandalismo intrínseco, adora el pisto como caso clínico, más inútil que un antihistamínico, cualquier cosa menos un fraile domínico, se conserva en acrílico, pero te mete zancadilla en el momento más crítico …
Hay uno en cada grupo, oficinas, amigos, trabajo …
… si no ha reconocido un Pepe Parásito aún en su entorno …
… charros que puede estar muy cerca de usted … o en todo caso …
... puede ser usted mismo …
Bajar y subir pasajeros de un bus en lugares que no estén señalados como parada de buses … pero lo hacen
Bien recuerdo, una noche en una camastrón gigante de los que había en casa de mi abuela, 9 o 10 años, no podía dormir, y me dio por calcular que edad iba a tener cuando llegara el Siglo XXI.
Coincidir contigo , ha sido la broma más bonita que la vida me puso , para enseñarme tanto y en silencio.