López no desayunó, era complicado por aquello de la gastritis que le requería comer algún bocado dos o tres horas, pensó en las agruras de más tarde.
Tomó la maleta con los tres millones de dólares, y la ametralladora recortada y salió de su apartamento … hasta acá es una historia normal, López sale con metralleta y tres millones de dólares, yo tomo jugo de ciruelas para el estreñimiento … el cuerpo perdona un momento de relajación.
López acababa de recibir la llamada a plenas siete de la mañana “venite ya con la carga a Ilopango, la avioneta está por aterrizar y el de la torre que está con nosotros tiene 3 minutos para darnos salida”
Hasta aquí normal … la aviación perdona un pequeño momento de hacerse el suizo.
López bajó por el ascensor, la ametralladora bajo el saco incomodaba pero no se notaba, llegó a su carro y al momento de querer subirse a él, vió que dentro del mismo garaje le habían robado las cuatro llantas y dejado los ejes sobre ladrillos … fue a reclamarlo al vigilante del edificio que le dijo “Usted disculpe, acabo de recibir turno y el compañero de la noche no me reportó ninguna anomalía”
Hasta aquí normal … la vigilancia privada perdona un momento de sueñito por las noches.
Salió a la calle , dos cuadras y ningún taxi, las agruras lo empezaron a desesperar, vió pasar el SITRAMSS y se subió, total, para la salida oriente iba, incómodo con la maleta y la metralleta, de pronto se dio cuenta que el carril ya no era exclusivo y no avanzaba nada … nunca iba a llegar a Ilopango.
Hasta aquí normal … las leyes nacionales perdonan una pequeña chambonada.
Se bajó tras avanzar una cuadra y llamó un Uber, llegó rápido, se subió, en una exhalación López le ofreció 100 dólares si llegaba a Ilopango en veinte minutos, el del Uber le ofreció un paquete de galletas …
Cuando logró llegar al Bulevar del Ejército, el estómago de López estaba por reventar y el caño de la ametralladora le apretaba el testículo izquierdo … para agravarlo, se encontraron con que una comunidad había bloqueado todos los carriles, reclamando por que tenían tres meses de no recibir ni una gota de agua potable, y los recibos al día!!
Hasta aquí normal … la burocracia estatal perdona una pequeña ineficiencia.
López se bajó con la cara desencajada, al borde del vómito, el maletín de los tres millones de dólares y la metralleta rozándole ahora la nalga derecha.
Ahí vió a la Policía, y los policías lo vieron a él, secretearon entre ellos, le vibró el smartphone, no lo sacó, la comunidad pedía agua, las autoridades no les paraban bola alguna, los conductores puteaban, el del Uber reclamaba el pisto, la policía se le acercaba y López se cambió de carril buscando volver al centro para huir de la policía, mientras contenía una arcada.
Logró encontrar un taxi desvencijado, Ford Taunus 1977, se subió “al centro por favor”, quería perderse entre la gente, el taxi tosiendo agarró para el Reloj de Flores … dos minutos después vió la patrulla policial por el espejo retrovisor.
Le vibró el teléfono, contestó … “ya casi llego” dijo …
Hasta aquí normal … la Cosa Nostra perdona una pequeña mentira.
En medio del tráfico era imposible avanzar, la patrulla no se despegaba, el taxista le hablaba del descenso del Firpo, el estómago casi le estallaba, el Ford Taunus no avanzaba nada, la metralleta ahora le apretaba el derecho, se moría de calor, el taxi no tenía cosa tal como aire acondicionado, el sol de las 7 45 am ya calaba por la ventanilla abierta …
Se bajó sin pagar, corriendo, en medio del centro, los policías gordos y mal armados se bajaron también … lo empezaron a seguir, López tenía más aire pero la gastritis lo destrozaba …
Vió un edificio alto y una puerta abierta …se metió, comenzó a subir las escaleras por instinto, el celular le vibraba, la metralleta se le metía entre los glúteos, los policías gordos ya tenían refuerzos … se metieron al ascensor ….
Hasta aquí normal … las persecuciones perdonan un pequeño descanso …
Para mala suerte de la policía el ascensor subió medio piso y se quedó trabado con los policías gordos adentro …
Hasta aquí normal … el mantenimiento de edificios perdona un pequeño lapsus.
Cuando López llegó a la azotea, forzó la puerta buscando huir por los techos, pero al asomarse hacia abajo …no había techos colindantes, eso si … vio varias patrullas llegando y muchísima gente en la plaza … eran casi las ocho … supo que estaba perdido …
Se quitó la metralleta, y la dejó en el suelo, casi vomitando sintió que el smartphone vibraba, entonces con el sol tajante en la cabeza, perdió sus cabales … abrió la maleta de los tres millones de dólares y los empezó a tirar al aire …
Cuando la gente en pleno centro, vió que le empezaban a llover billetes de 100 y 50 dólares empezaron a cacharlos como locos, López esperaba que eso distrajera a la Policía, y en efecto funcionó, los policías se pusieron a atrapar billetes también …
Cuando los policías gordos llegaron a la azotea y apuntaron a López por la espalda, López ya no pudo agarrar la metralleta, la gente atrapaba billetes y pedía más …López siguió tirando hasta terminarlos y entonces tomó la decisión …
… se subió al borde de la cornisa y en un solo impulso, se tiró al vacío, desde la azotea del edificio de 18 pisos, se reventó contra el suelo … la gente, atrapando billetes obsesivamente, no le puso demasiada atención …
Hasta aquí normal … las masas perdonan un pequeño momento de locura …
Nuestras divinas y archiqueridas madres amorosas siempre buscan que nosotros, sus hijos, en nuestra más tierna infancia y adolescencia, seamos buenos, obedientes y disciplinados y sobre todo nos protegen de toda situación para así evitar que no suframos … a veces se les pasa un “poquitititito la mano”
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Habían terminado las celebraciones de las Fiestas titulares de Nuestra Capital en honor al Divino Salvador del Mundo, dos días antes, agosto de 1951, las últimas procesiones características de la época solo dejaban los despojos y residuos de siempre sobre el Parque Bolívar (Barrios).