Los aplausos sirven, por lo general, para destacar o festejar alguna destreza, éxito, chiste, cumpleaños o cualquier tonterìa que alegre a la gente. A veces también se aplaude por mero protocolo, sin mucho componente emocional.
También está el aplauso medio mala leche que sirve para señalar a quien se cayó, dijo una tonterìa o rompió algo .
Últimamente, en época de coronavirus, se aplaude para felicitar a los trabajadores de la salud.
Pero también está la otra cara, dolorosa y sigilosa, aunque no por eso menos discreta: la del no-aplauso… Ese cantante que pide palmas y el público le hace una cruzada de brazos más funesta que las cruzadas medievales, esa exposición oral que concluye en el más indiferente de los silencios, esa canción que no se sabe si terminó o no, ese chiste que se pensó genial y al salir de la boca pereció en la vergüenza…
Es por esta enorme trascendencia del aplauso en la vida social que este relato trata sobre un singular turinés que lamado Antropomorfo Clap, que no era italiano, sino de Turìn, Departamento de Ahuachapàn, cuya vida estuvo marcada por poseer un don extraordinario: el de contagiar sus aplausos.
Cada vez que Antropomorfo aplaudía, automáticamente los que lo escuchaban comenzaban a aplaudir también. Quienes aplaudían por su culpa ni siquiera sabían por qué lo hacían, pero cuando los aplausos eran masivos, se podía generar la idea de que se estaba aplaudiendo algo que ameritaba ser aplaudido, es decir, el efecto emocional que generaba la masa era contradictoria respecto de las emociones de los individuos que componían esa masa …
En realidad se llamaba Joseph, pero estudiando medicina en la Nacional, sus compañeros viendo un libro de Biología, descubrieron el dibujo deun primate, cercano a lo humano, muy parecido a nuestro protagonista, que decidieron bautizarlo “antropomorfo” palabra que aparecía bajo la foto.
Antropomorfo, descubrió su poder a los 20 años (pues nunca antes había aplaudido) la noche que fue a ver a una amiga cantar en un karaoke, que se echó a cantar “Hotel California”, y como a los cinco minutos, casi seis, la canción no terminaba y la gente bostezaba ….
"Canta algo que nos sepamos la letra por lo menos nena !" - gritó un borracho.
Ante tamaño vituperio, Joseph se puso de pie y aplaudió mirando fijamente a su amiga, buscando contrarrestar la contundente critica del bolo. El resto de los presentes también comenzó a aplaudir, aunque no sabían si Antropomorfo estaba aplaudiendo a la que hacía el karaoke o al bolo que la había denigrado al que hacía el karaoke, pero igual aplaudían sin entender nada y contribuían así al nacimiento de una leyenda.
Para comprobar que lo de aquella noche no fue un malentendido, Joseph probó aplaudir en distintas circunstancias: colas en los bancos, clases universitarias, supermercados y salas de terapia intensiva (en las que hasta los internados se sumaban), confirmando que, como por arte de magia, siempre sus palmadas generaban un irresistible impulso “aplaudidor” en otros humanos.
“Bueno —pensó Joseph—, tengo un superpoder medio tonto pero vivo en un mundo capitalista y tengo que buscarle la vuelta para hacer pisto con esto”.
Fue a raíz de estas experiencias que, ni lento ni perezoso, empezó a ofrecer su servicio a bandas de rock, reguetoneros, políticos y, quienquieralo contratara.
Se le pagaban cifras cada vez más jugosas para desatar aplausos en conferencias, concursos, fiestas y competencias. Algunos conocedores de esos chanchullos empezaron a pedir que se prohíba su presencia en eventos para evitar irregularidades, sobre todo en mítinespolíticos.
No se pudo hacer nada, no había delito, así que el despelote total se dio en el mitin de cierre de campaña de Don Chancho Migraño, quien aspiraba a Alcalde de la ciudad, y llevaba una veintena de puntos de ventaja, según las encuestadoras. Gane seguro, igual contrataron a Antropomorfo.
Los de la oposición lograron controlar a Poliquìstico Abúxeos, un griego con la capacidad de contagiar irresistibles abucheos, protestas e insultos, o sea la antítesis de Antropomorfo. Se decía que trabajaba para la CIA y que habría tenido fuerte influencia en la caída de la Unión Soviética.
Tanto Antropomorfo como Abúxeos estaban entre los espectadores. A Antropomorfo se le dio la orden de aplaudir a «Chancho» Migraño, mientras que a Abúxeos se le pidió abuchear cada vez que Joseph hiciera aplaudir a la gente. El resultado fue desastroso: cuando el público comenzó a aplaudir al candidato inmediatamente fueron atrapados por los improperios del griego, de modo tal que todos aplaudían e insultaban al mismo tiempo al Chancho Migraño, incluso él mismo, lo cual hacía la situación aún más asombrosa.
A los minutos, hubo pleitos, opositores contra opositores, seguidores del Chancho contra seguidores del Chancho, Policías contra las masas, las masas contra las masas, un toral relajo …. heridos , presos y hospitalizados ...
El fallo judicial determinó 10 años de prisión para Antropomorfo, el griego Abúxeos se dio a la fuga con ayuda de la KGB.
En cuanto a las elecciones, el Chancho Migraño quedó cuarto con un 1,2% de los votos.
La Historia siempre planteará preguntas con repuestas variables, varios genocidios se dieron en los últimos tres siglos, el Holocausto Judío no fue el mayor, pero si el que más permanece en memorias.
A menudo nos preocupamos porque ... zas!!Nos despertamos de noche, insomnio! Aunque esto podría ser bueno para usted. Un creciente cuerpo de evidencia tanto de la ciencia como de la historia sugiere que el sueño de ocho horas puede ser antinatural.
O sea, si vos querès saber las cosas tal cual, desde el principio, déjame que te cuente más o menos como fueron los acontecimientos que nos trajeron hasta acá …