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El enamorado, despechado y abandonado, aquel que entregó su vida por amor y espera en vano el regreso de quien se fue, el que masculla versos y canciones sin sentido sin sentido y entabla pláticas con el cielo falso, mira fotos viejas y se pone a llorar …

 

 

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… aquel que sueña con la persona amada aún cuando su ausencia le quita el sueño, siente que el padre tiempo le puso freno a su marcha, la soledad hace sus días interminables y vive semanas de cinco meses…

 

 

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La madre que vió marcharse a su hijo al extranjero, para buscar un poco de oportunidades que el país no le presenta, que vertió su primera lágrima al momento de verlo por última vez y aún no ha parado de llorar, que espera junto al teléfono la llamada que nunca llega, que besa la fotografía del hijo amado insistentemente, que acaricia con delicadeza una camisa que él solía usar cuando tenía once años, que lee y relee la misma carta que llegó hace tres mese al punto de gastarse las letras, que siente que parte de su carne se ha ido con él en esa caminata internacional sólo de ida, siente días interminables y vive semanas de cinco meses.

 

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El enfermo, de no se sabe bien que mal, a quien los doctores del Seguro, donde lo único Seguro es la muerte y la desidia misma, atienden a diario sin hallar causa para su condolencia, que se siente morir día a día en un cuarto de hospital compartido, que tiene como única vista la pared de otro edificio gris que le bloquea su única ventana, que recibe parientes de vez en cuando, de martes a jueves, de cinco a seis, que siente que lago dentro lo está matando y no le explican qué es, que se ve adelgazar y demacrarse ante el espejo del baño donde es una proeza llegar, siente que el padre tiempo le puso freno a su marcha, la soledad hace sus días interminables y vive semanas de cinco meses.

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La mujer que renta romances en camas prestadas, que vende romances en cuartos alquilados que sueña con una mejor vida que sabe no va a llegar, que debe soportar el martirio de los abrazos sin amor y con asco, que conjuga sudores ajenos y palabras en vano, que es acechada por policías y ladrones y sinvergüenzas, que tienen una hija que cuidar y alimentar producto de un romance que fue, que vive de noche y duerme de día, que vende con el costo de su carne que se marchita el ansiado dinero para seguir adelante, siente que el padre tiempo le puso freno a su marcha, la soledad hace sus días interminable y vive semanas de cinco meses...

 

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El prisionero, ladrón por necesidad y no por vocación, el marinero sin más horizontes que un mar intenso, el desempleado cansado de tocar puertas y también el ejecutivo pudiente atrapado por el monstruo de la insolvencia, bancarrota y el embargo, inclusive el que escribe…      

                                                                                  

Sienten que el padre tiempo le puso freno a su marcha, la soledad hace sus días interminables y vive semanas de cinco meses…

 

 

 

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