Yo era un ladronzuelo de diecisiete años en la ciudad de Los Ángeles, operando a bajo nivel, robaba carteras, caseteras, cadenas, anillos, nada del otro mundo…
Aquel día estaba en un centro comercial de Beverly Hills, rondando, cuando vi un Ferrari rojo con el vidrio trasero abierto “ esta es la mía!”
Me hice de un walkman, un celular, una cartera, unos papeles y salí corriendo a mi casa… nadie me vió, fue fácil, llegué a mi cuarto y me puse a revisar mi botín… fue instantáneo, encendí la tele (robada también) y aparecía en un noticiero Julia Roberts, en vivo, vía microondas, diciendo que estaba muy triste, porque alguien se había aprovechado de un segundo que bajó en un centro comercial y le había robado sus pertenencias, y lo peor es que se habían llevado el guion de una película que iba a filmar a partir de lunes y ella necesitaba memorizar…
Dios mío… me dije, le robé a Julia Roberts y ustedes sabrán a qué me refiero, yo la admiro, tengo sus fotos en mi cuarto, hasta he tenido fantasías “sucias” pensando en ella… que podía hacer?
Le devolvía todo? Y la policía? Y como localizarla? Entendería mi buen gesto? Fueron horas de incertidumbre, pero me decidí, tenía el celular, así que busqué si tenía su propio teléfono registrado, lo tenía, el de su casa, me armé de valor, marqué y aunque no lo crean, me contestó ella misma…
Para abreviar, quedamos que no había problema, que ella no iba a avisar a la policía, y que ella misma me recibiría en su casa a las siete de la noche… no lo podía creer!
Llegué y era una mansión impresionante, adentro todo blanco, las alfombras, cortinas, muebles, todo blanco, yo me sentía cohibido y con una pena enorme de que mis zapatos no estuviesen limpios y ensuciaran la alfombra o algo, me quedé quietecito esperando…
Ella apareció en seguida, con un vestido rojo como el que usaba en “Notting Hill”, pero no creo que haya sido el mismo, se acercó, me dió un beso, le di sus cosas… ella revisó, vió que todo estaba bien, me sonrió, yo no puede decir nada porque faltaban palabras…
-Thank You - me dijo Julia sonriendo - y a continuación dijo… Elliot –llamando a alguien –“take care of him”…
Se retiró y apareció un afroamericano grandote, de saco negro, con anteojos negros a pesar de que era de noche, sacó una 45 de su saco, se tomó el tiempo de ponerle el silenciador, mientras yo le miraba petrificado, y me disparó, certero, en medio de las cejas, caí de inmediato al suelo…
Mis últimos pensamientos antes de morir fueron de vergüenza, al ver que el hilo de mi sangre postrera iba a manchar la alfombra…