
El líder mundial, después de una jornada agotadora, en la que había decidido la invasión armada de dos naciones (una latinoamericana y una africana, en nombre, por supuesto de la democracia), luego de derrocar a un dictador en Asia y aumentar los intereses moratorios de la deuda externa a niveles de ahogo, para recuperar el déficit fiscal, como a eso de las ocho treinta de la noche, se retiró a su recámara de descanso.
Ahí le esperaba su mujer (no su esposa, ojo, sino su mujer para “desahogo” de esa ocasión especifica), con ella el líder mundial pensaba aliviar todas las tensiones y cuestiones problemáticas del día.
La amante de turno era apetecible y sensual (sus asesores las elegían bien) y como no se trataba de enamorarla, procedió de un solo a desnudarla… hasta ahí todo bien… el problema fue cuando el líder mundial llegó al brassiere, específicamente al broche del brassiere, eterno problema de todos los hombres del mundo, al haber tantas variables sobre el tema, no haber un modelo específico, estándar, sino que están los que se abren para arriba, lo que hay que doblar el clip, etc.. etc…
Ahí fue a topar el líder mundial… a la señorita de turno, le hizo gracia que el hombre más poderoso del mundo no pudiera desabrochar su brassiere, y lo dejó hacer, mientras el líder se desesperaba, y ella se reía (pero bajito, para no escandalizar) y el líder comenzaba a soltar maldiciones en varias lenguas vivas y alguna muerta… entonces ella, en lugar de ayudarlo (como se suelen resolver estos casos) consideró tratar de distenderlo y le cantó ingenuamente en el oído “clumpsy, clumpsy, clumpsy” (torpe, torpe, torpe)… para qué?
El líder mundial montó en súbita cólera, y de un empujón la mandó al suelo, mientras ella se asustaba y él insultaba, y amenazaba, y le decía que quién se creía que era? Que le iba a demostrar quién era él, y todas las típicas prepotencias etc, etc, etc.

Se marchó a grandes zancadas hacia su despacho contiguo, convocó de inmediato a reunión de comité de seguridad internacional, y mandó a invadir siete países más de una vez, mandó detonar nueve misiles contra su peor enemigo y cuadruplicó el precio del petróleo para todo el mundo…mientras se reía, babeaba y miraba a la damisela atónita y asustadísima, tirada en el suelo… la reacción fue inmediata, y tres gobiernos de Medio Oriente le declararon la guerra de inmediato, que meses después, al fracasar toda negociación, sería a la postre la tercera guerra mundial, que acabaría con el 15% de la población del planeta…
Pero no hubo nada
nada que el líder mundial pudiera hacer…
con el broche del brassiere.

Sí: yo sé que por esta época hay un exceso de planes: firmar un acuerdo nacional (unilateral, por supuesto), mirar partidos de la selección, verlos perder otra vez, conseguir boletos del próximo artista que venga, ufa!
Vuelven las marchas Blancas!
El bus se detuvo en el kilómetro doscientos once. María Antonieta bajó y el motorista también, para entregarle su equipaje. Cuando el bus retomó su marcha María Antonieta empezó a caminar. Eran parajes de tierras rojizas. Ignoro por qué tenían este color; usted disculpe, pero en verdad, no sé nada de geología.
Leticio vivía desde hacía diez años con su esposa, a la que amaba con la misma intensidad que el primer día, o quizás todavía más, y con su suegra … a la que aborrecía también con la misma intensidad con la que la había venido aborreciendo todos esos años, o incluso más.