Hace 45 años todavía estábamos en el siglo pasado. Yo escribía canciones, tocaba en un grupo de Rock, trabajaba medio tiempo en un Blockbuster, todo valía la pena menos nada.
Era veinteañero, trabajaba de noche, jugaba al fútbol todos los jueves, tenía una novia de dieciocho años que se desmayaba cuando hacia calor
No tenía internet ni me parecía importante. Hace 45 años mi vida eran unas vacaciones permanentes.
Hace 45 años tenía un teléfono celular de un kilo y medio que sonaba demasiado por la noche; un jefe cojo hincha de Alianza que me quitaba cien pesos del sueldo si llegaba diez minutos tarde; un pájaro gigante que cantaba los sábados en el patio y se llamaba Juancarlos (yo lo había bautizado así); tenía un jazmín, tenía un helecho y tenía también el recuerdo de otro pasado menos bueno.
Pasé mi niñez resfriado, hasta que me sacaron las amígdalas viví congestionado, amarillento y pobre de suspiros, tan ajeno del verde y del dorado.
Hace 45 años yo vivía en Ilopango, a dos cuadras de San Bartolo …
… y entonces de repente miré el cielo, se abrió una puerta de tiempo, por donde entró a mi vida una bella mujer, madura, con un libro en la mano ...
- Mirá lo que te encontré, "Vercoquin y el plancton” el único que te faltaba de Boris Vian.
- Disculpeme, y usted quien es? Porqué me da este libro? Quien es Boris Vian?
- Como que quien soy, soy la mujer de tu vida – me respondió la señora, volvió a su puerta de tiempo y se fue.
Hace exactamente 45 años era un jueves cualquiera. Y me tocaba ir a visitar a mis padres. Ellos se habían comprado una computadora y querían que les conectara internet. Yo no tenía internet, pero no creí que fuese nada del otro mundo conectarlo. A la mañana me fui un rato a caminar, fumando tranquilo, sin saber que sería el último día de mi vida sin saber quién eras.
Hace 45 años, a la tarde, mi padre quiso que lo instruyera sobre cómo funcionaba un chat, para poder vigilar a su nieta cuando se conectara. No quería problemas ni cosas raras. Abrimos entonces un portal cualquiera y le empecé a explicar (casi sin saberlo) cómo había que hacer para conversar con gente, pero me quedé trabado en un paso.
Me fui a la biblioteca, ahí nomás, a buscar un manual, me crucé con una señorita de anteojos, medio atolondrada y apresurada, que en su carrera dejó caer sus libros en el piso, le ayudé a recogerlos, dijo “gracias” y siguió corriendo dejando uno olvidado.
“El Lobo Hombre”, Boris Vian … años después el cuento seria la base de la canción, “Lobo Hombre en París” de La Unión, pero todavía no …. La Unión ni existía.
Sin embargo no corrí detrás ella, el libro tenía nombre, dirección, teléfono, me puse a hojearlo en lo que me daban un manual de MS Dos y nunca más pude dejar de leer a Boris Vian …
Oí su música, lei las novelas negras que hacía para alimentar a su familia bajo el seudónimo Vernon Sullivan, compré sus libros, pero nunca encontré “Vercoquin y el plancton” era mi materia pendiente …
A los tres días le hablé a la señorita del libro, me ofrecí dejárselo en su casa, me quedaba a la pasada, flechazo instantáneo, literatura y besos a escondidas, cambio de novia, ésta por lo menos no se desmayaba con el calor … y era más joven que aquella que me completó la colección ... pero era ella misma ...
Yo sé que me quejo mucho, y que extraño todo, y que te cuesta soportar mi adolescencia y mis pataleos aún ahora de viejo. Yo sé que estás cansada de oírme decir cuánto me gustaba mi otra vida, mi otro siglo y mi otro mundo.
Pero una vez cada 45 años también soy capaz de decir la verdad; solamente una vez cada 45 años, porque escribir cursi me saca sarpullido. Así que escucháme bien, porque la próxima es en el 2025: la verdad, la puta verdad de todo este asunto …
… es que jamás he sido tan feliz como lo he estado contigo en todos estos años
“- Como hacen el amor los puercoespines?
- Con muuuucho cuidado”. (Chascarrillo popular).
Aquel instante, del 16 de julio de 1950, cuando Alcides Ghiggia toma la pelota , con el marcador Brasil 1 Uruguay 1, y la clava en el ángulo derecho para subir el marcador a 2 para los celestes y pocos minutos después, consagrar a Uruguay campeón del mundo por segunda vez, varias muertes se desencadenaron ..
11 personas se suicidaron en todo Brasil, incluso una en el mismo Maracaná, solo un hombre, viviría dos muertes, después de ese suceso.
Tal parece que hasta inicios del siglo XX, las moscas no causaban mayor problema a la humanidad, ya que hay pocos registros de que haya existido algún tipo de implemento específico para matar a las moscas, asquerosas asesinas de la paz de las tardes de siesta …pero que existían, existían.