“La belleza y la simpatía son efímeros, la cultura permanece”. Filósofo usuluteco anónimo.
Escuchame… cabeza de viento, sublime producto de nuestra sociedad, que respiras porque es gratis, que pregonas estupideces al vacío y que lucís con orgullo en el pecho la publicidad de una t-shirt que nadie te pagó por usar.
Escuchame… cabeza de viento, que frenás tu vehículo a pocos centímetros del bumper de carro que va adelante y de un solo para provocarte una sensación de vértigo idiota, idiota como los chorros de baba que caen por tus comisuras, cuando ves pasar a la (el) mujer (hombre) que te gustaría meter entre sabanas algún día de estos sin importar las consecuencias.
Escuchame… cabeza de viento, que crees que la vida se rige por lo que dicen Univisión,E Entertaiment o lo que pregonan tus redes sociales, y esas son tus máximas de vida, tus consignas y tu filosofía. Que no tenés la más mínima idea de quienes son Trump o Clinton pero se te ocurre que deben ser dos negros altos que juegan en algún equipo de la NBA.
Escuchame… cabeza de viento, que vas donde todos van, porque si no estás fuera del movimiento y ya no sos “piece of the action”, que en tu vida has leído un libro más allá del índice pero sos una fiera a la hora del internet.
Escuchame… cabeza de viento, que crees que el suceso más importante del año fue la caída de Justin Bieber del escenario y no tenés la más idea de lo que pasa en Cisjordania y la Franja de Gaza, que para vos deben ser, en tu cerebro, que solo alberga un rótulo que dice “disponible para alquiler”, un par de países africanos o Islas como las Malvinas o a saber que “Lapsus geograficus”.
Escuchame… cabeza de viento, que te vestís como dicen, tomás los que dice, caminás como te dicen, hablas como te dicen, lo que equivale a decir que te dicen lo que tenés que decir y aceptas encantado, entre otras cosas porque jamás se te ocurrirá decir nada que no fuera lo que te dijeran o sea que en caso de no tener quien te diga lo que tenés que decir… no dirías nada…
Escuchame… cabeza de viento, que creés que Trotsky es alguna marca de vodka ruso, Churchill el nombre de alguna iglesia que queda en una colina, Stalin una empresa de bienes raíces y Perestroika algún delantero de la selección de Ucrania.
Escuchame… cabeza de viento, vos y muchos otros, salvo alguna rara excepción de alguno que se tropieza por casualidad con una biblioteca y le da por culturizarse…
Escuchame…. Cabeza de viento, cuyo único objetivo en esta vida es esperar que pase rápido los cinco días laborales de la semana para emborracharse y reventarte hasta los tuétanos y empastarse y bailar como obseso hasta amanecer y perder la noción, por cierto….
Escuchame… cabeza de viento, no se te ocurre que Dios te creó para algo más que esto?
Horacio era mi némesis. Sólo él podía despertar mi odio más visceral, mis impulsos más violentos, mis pensamientos más asesinos. Cuando lo veía mi cuerpo se preparaba para un combate de vida o muerte: mi pulso cardíaco se aceleraba, mi sangre fluía hacia los músculos más grandes para luchar o huir y mis células comenzaban a consumir energía de reserva.
Antes de estas elecciones del 1 de marzo que se avecinan, todos sabíamos que nuestra democracia estaba en pañales … después de los debates, vemos que estábamos equivocados … todavía está desnuda.