Me decidí a aceptar el programa de testigo criteriado, y denunciar cara a cara al poderoso magnate Oliverio Carpio Carpio III, por varias razones …
Primero, porque no tenía más que hacer, segundo, porque el viejo Oliverio me había echado de mi trabajo de limpieza de alfombras de su empresa, como un perro sarnoso, sin indemnizarme siquiera, después de 35 años y quería vengarme y tercero, porque la Policía me afamó el programa de testigos como un plan sensacional con hoteles de lujo y protección total, comida en abundancia, mujeres y licor …
Me trasladaron en plena madrugada, por seguridad, los cabarets y barra shows estaban concurridos. No así las aceras, a causa de la lluvia, llovía mucho, a raudales.
El “lujoso hotel” a la que me dirigí estaba cómodamente ubicada en un recoveco
de la calle de las Ánimas Perdidas y se anunciaba así: Hotel Bristol, abierto día y noche, todo confort, bidet en todas las habitaciones. El gerente de la noche roncaba a pierna suelta y se despertó furioso. Era tuerto y propenso a la blasfemia.
El lugar era un basurero, nada de lo prometido, me quejé con mis custodios, a mis protestas adujeron que la inestabilidad política había mermado la avalancha turística y retraído la inversión de capital privado … por lo cual estos “hoteles de paso” eran el nuevo “boom” de la industria hotelera.
Es horrible que la Policía te de paja de esa manera, yo alegué que si estos factores habían afectado a la industria hotelera, también podía yo afectar mi testimonio … no me hicieron caso y se fueron, me dejaron sin protección.
- Le vamos a ir a conseguir un par de muchachas de los alrededores y comida – y no volvieron más.
El trato era abusivo, pero no me quedó otro remedio que aceptarlo. La habitación que me tocó era una pocilga y olía a meados.
Las sábanas estaban tan sucias que solo pude despegarlas tironeando.
Bajo la almohada encontré un calcetín agujereado. El cuarto de baño “descomunal” parecía una piscina, el inodoro y el lavabo estaba tapado y flotaba en este último una sustancia viscosa muy del gusto de las moscas. No era cosa de ducharse y regresé a la habitación. A través de los tabiques se oían expectoraciones, jadeos y, esporádicamente, pedos.
Los policías no regresaron, ni con muchachas ni con fritanga alguna … sin consuelo me metí en la cama y traté de dormirme … imposible, las cucarachas me mordían los dedos de los pies, las ratas corrían las 500 millas de Indianápolis alrededor de la cama y los zancudos estaban felices de tenerme para merienda.
A las dos de la madrugada me despertaron los primeros disparos, sonaban en la calle y me desperté sobresaltado:
“Dios Mío, Santo Niño de Atocha … vienen a buscarme, la gente de Carpio Carpio III, vienen a matarme y no hay un miserable policía cerca …”
Me metí debajo de la cama, si les había comentado lo que encontré sobre la cama, debajo de la misma era una porqueriza indescriptible … además estaba oscuro … pero las balas no se detenían.
Menos mal que me había escondido el celular, uno chiquito, tipo “tamagochi” y había conservado el número, cuando logré detectar que la balacera era un pleito de bolos burdeleros … ya era tarde.
… la llamada estaba hecha.
- El Sr. Oliverio Carpio Carpio III, ha sido siempre un hombre de bien, dadivoso y generoso con sus empleados, jamás escuché ni vi nada en su despacho que me haga tan siquiera sospechar de una actividad ilícita - atestigüé al día siguiente en la Corte.
- Pero como ?? – se jalaba tres mechas el fiscal – no fue usted testigo de transacciones ilícitas?
- Protesto ! – dijo el abogado defensor – el fiscal está tratando de inducir la repuesta del testigo.
- A lugar – sentenció el juez.
- El Sr. Oliverio Carpio Carpio III, ha sido un padre para mí, ha beneficiado con becas a mis hijos y a los hijos de otras personas que trabajamos en su corporación.
Y la verdad es que era cierto, a primera hora de la mañana, el depósito ya estaba hecho.
Media vez declararon inocente a Carpio Carpio III, tomamos vuelo con mi familia a las Bahamas, sin boleto de regreso fechado …
De más está decir que me dormí en el avión, la noche anterior, en el Bristol, había dormido fatal.
Bien lo decía aquella canción de Johnny Ventura, cuando contaba que una pareja, para comunicarse si tenían o no “ganitas de aquello” pitaban … hasta que se ponían de acuerdo si si o si no … “Pitaste?”.
“Las historietas y sus personajes, están perfectamente estructurados, dentro de la estrategia del Imperialismo Norteamericano aplica rigurosamente para vencer la resistencia de nuestras nacionalidades continentales” (Hugo Chávez ? No ..pero cerca, Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1967).