La clasificación sudamericana al Mundial de Alemania 1974, fue bastante compleja, complicada y llena de vericuetos políticos.
De hecho en esa modalidad clasificatoria, CONMEBOL (para ese entonces Confederación Sudamericana de Fútbol) tenía asignadas tres plazas y media, Brasil como último campeón (México 70), ya estaba adentro.
Lo interesante fue que la última media plaza se definía contra un equipo europeo, que a la postre, terminó siendo la URSS (Chile logró la otra media plaza al eliminar a Perú, su archirrival de toda la vida, en fútbol, guerra y afines).
Por cierto este grupo de dos se definió por el retiro de Venezuela (en aquella época la FIFA aún no castigaba a selecciones por no participar), así que en dos partidos Chile se embolsó el medio boleto.
Pero la historia inclemente, nos recuerda que el 11 de septiembre de 1973, un golpe de estado cruel y sangriento, había terminado con el Gobierno de Salvador Allende, quien hasta la fecha se sigue discutiendo si se suicidó (como sugiere la versión oficial) o fue asesinado en el Palacio de La Moneda.
El Estadio Nacional de Santiago se convirtió en la cárcel más grande y sangrienta del mundo, se llamó a aquellos que tuvieran cargos y representatividades de grupos sociales a entregarse a las comisarías para regularizar su situación. Se detuvieron a miles de personas y fueron conducidas al Estadio Chile y luego al Nacional, a aquellas personas que fueron llamadas a viva voz y respondieron de entre la multitud fueron ejecutadas en el mismo lugar, como es el caso de muchos miles entre ellas, el gran cantautor Víctor Jara.
Tan solo dos semanas después del golpe, se disputó en Moscú el juego de ida de la repesca, el partido fue definido como “El partido de los valientes” por el escritor Axel Pickett, con una soberbia actuación de Elías Figueroa, Chile logró mantener el empate 0 a 0 en Moscú.
Ahora bien, se planteaba el partido de vuelta, la URSS era el principal enemigo político del nuevo Gobierno de Chile, la parafernalia creciente era grande, la Unión Soviética tenía que ganar o ganar en Santiago, a lo sumo empatar y esperar alargue y penales en terreno ajeno.
Pero había otro problema, el estado era el mismo donde habían sido ejecutados y mantenidos prisioneros miles de chilenos de ideales progresistas, tan solo días antes. La vuelta debía jugarse el 21 de noviembre, pero los soviéticos no viajaron debido a la situación política del país.
La selección roja igual salió al césped, fue protagonista de una farsa tan ridícula como patética (“La tarde más triste del fútbol”, “El partido fantasma”, “El partido de la vergüenza” titularon algunos medios chilenos) y consiguió, dos meses después, que la FIFA les diera por válido el simulacro de encuentro (donde Francisco Valdez hizo un simulacro de gol).
Así se clasificaron para el Mundial de Alemania. Después del show, que por suerte duró apenas unos minutos, los chilenos jugaron ahí mismo un partido de verdad frente al Santos de Brasil. Perdieron 5 a 0 (le habrían ganado a la Unión Soviética?), pero ya no les importaba. El triunfo frente a la URSS los había relajado. El objetivo, deportivo y político, estaba cumplido.
La dictadura de Pinochet había logrado clasificar a Chile al Mundial Alemania 1974.
Julia pudo no haber dado a luz a su hijo, los standards de vida Victoriana y ultra conservadores, de 1940 en Inglaterra, no concebían la idea de que una muchacha soltera …resultara embarazada, así por así, y menos aún, de uno de los tantos marineros que recalaban en el puerto de Liverpool.
Lo que sucede es que las películas y series de vaqueros (que ya ni salen, por cierto, los cowboys fueron muertos por los “reality shows”), nos metieron mil y un preconceptos en la cabeza sobre el indómito Oeste …
… sobre el Far Far West …
Sintió una pulsación dentro de su cuerpo, algo que le presionaba el pecho, las arterias, el corazón. Se sentó en la cama y el dolor no se le quitaba, tomó un calmante para mitigar el dolor que sentía dentro de su cuerpo, el somnífero lo dejó postrado en la cama. Una persona con traje, corbata, sombrero de copa, pantalón ancho, todo de color negro se le acercó a la cara y le susurró: