Todas las palabras que nunca dijimos …
Todos los “te quiero” que no nos animamos a pronunciar …
Todos los grandes proyectos que nunca iniciamos
Todos los impulsos que nunca seguimos …
Todas las caricias que nunca se dieron …
Todas las mujeres del más allá que nunca llegaron más acá …
Todos los “síes” que terminaron siendo “noes” …
Todos los sueños de los que nunca despertamos
Todos los besos que pegaron en el travesaño ..
Todos los litros de alcohol que tomamos desaforadamente para olvidarla y no hicimos, sin embargo, nada más que recordarla ..
Todas las andanadas de pleitos que nunca llegaron a soluciones …
Todas las citas a las que intencionalmente nunca llegamos ….
Todas la veces que dijiste “no, nunca más” y yo entendí, en mi estúpido ser interior que me decías “tal vez” …
Todos los encuentros que se volvieron desencuentros
Todas las mujeres imaginarias que llenamos de besos …
Todas las veces que no supimos superar esa necedad patológica de no saber decir “te necesito” …
Todas nuestras mentiras que terminaron en mitos …
Todos los penales a favor que no nos cobraron
Todos los minutos que perdimos dando vueltas para no llegar antes de tiempo
Todas las películas de nuestra mente donde siempre y nunca fuimos protagonistas …
Todas las musas ausentes de madrugadas eternas por las cuales casi nos descerebramos …
Todas las llamadas telefónicas que nunca se contestaron …
Se pierden en el ducto extraño del semi olvido
donde nuestros recuerdos eternos se vuelven instantes
instantes que se reducen a lo efímero
recurrentes pero poco
y que pasan siglos segundos lustros minutos
antes de perderse en el resumidero de los tiempos
como todos los goles que nunca fueron …
La lamentable historia de abusos que sufrieron las poblaciones indígenas, a lo largo del extenso período desde 1540 a 1924, a manos de Colonos y Gobernantes de lo que pasaría a denominarse Estados Unidos es cruel, larga y está bien documentada.
Años previos a su muerte, Napoleón se jactaba de "no haber amado jamás a nadie, tal vez a Josefina...si, un poquito".
Un día de estos, revisando entre tantos libros de biografía que tengo, y que he releído tantas veces, me encontré con una biografía de Walter Lippman, conocido comunicador y filósofo, donde un párrafo me causó enorme preocupación: