Algo así … “Ella Empezó a desnudarse lentamente. Vuelto de espaldas, yo alcanzaba a ver tan sólo su oscuro reflejo en la ventana. Pero escuchaba como una música suave el murmullo que hacían, al liberar su cuerpo, sus prendas de polihexametileno adipamídico”.
Este párrafo, al que le encuentro suficiente mérito como para incorporarse a cualquier novela de amor, podrá no ser muy poético. Pero al menos hace justicia a un material que desde hace 80 años acompaña el tacto, la vista y el oído de los enamorados. Un material coqueto y coscolino, un discreto confidente de intimidades, un profeta inmediato de delicias que, sin embargo, no ha tenido el poeta que lo cante: el nylon.
El nylon, vale decir, es el seudónimo social del polihexametileno adipamídico. Tampoco un material que se llame polihexametileno adipamídico tiene derecho a intermediar en el amor. Por eso resulta soberbia injusticia que ni siquiera el cambio de su denominación le haya permitido al nylon encontrar cabida en la literatura erótica.
“Se me fue la media!”
Y, sin embargo, qué habríamos hecho sin él quienes en los últimos años hemos intentado cumplir con la receta bíblica del “amaos los unos a los otros”…El nylon ha sido el Gran Confeccionista de prendas íntimas, sobre todo, el nylon ha sido el Gran Hacedor de las medias femeninas. Tanto si las medias se van como si se quedan, se lo debemos al nylon.
Qué elasticidad la suya para tornear metatarsos, tobillos, pantorrillas y muslos! ¡Qué admirable su resistencia ante los peligros que acechan por debajo del metro con cincuenta! Que bien cubrían las várices, venas saltonas! Como protegían de la vista la celulitis en caso de faldas cortas! Como ayudaban a soportar un zapato incómodo!
Pero como todo lo bueno surge, resplandece … y tiene que acabar!
Caprolactama o hexametileno: that’s the question
Nació el nylon a comienzos de 1937 en los laboratorios de la empresa DuPont en Wilmington (Estados Unidos). Fueron sus padres los distinguidos científicos C.M.A. Stine y Wallace H. Carthers, quienes venían trabajando desde algunos años atrás en la producción de una fibra no celulósica para textiles.
Abuelo del nylon fue el rayón (inventado en 1924 a partir de la celulosa) y bisabuela, la fibra de acetato (1869). Aunque es pariente cercano de los poliésteres, el nylon pertenece a otra familia que intercambió argollas con las diaminas. Lograda la unión con las diaminas, sólo faltaba vincular el ácido adípico al hogar.
La introducción de este nuevo tejido de plástico al público fue en la forma un producto muy anhelado en esa época.
En las primeras décadas del siglo XX, los dobladillos de los vestidos de moda de las damas comenzaron a subir. Poco a poco, se iba revelando más y más pierna.
Lo que se necesitaba era una prenda barata, elegante y transparente para cubrir la piel expuesta. El nylon resultó ideal para tejer medias, tornando lo que había sido un objeto de lujo en algo realmente mucho mejor que sus costosos antecesores de seda.
Eran durables, fáciles de lavar y su apariencia era atractiva. Se convirtieron en una prenda imprescindible.
Las medias salieron al mercado estadounidense el 15 de mayo de 1940, a US$1,15 por par.
Al mediodía ya estaban agotadas en la mayoría del país.
Además de admirar su constitución química, los inventores del producto notaron con felicidad su resistencia, facilidad de lavado, elasticidad y permanencia de formas.
Desde entonces el nylon acompañó los suspiros ansiosos, las miradas hipnotizadas, los roces sugestivos, los arañazos efervescentes y los manotazos frenéticos de los enamorados.
Pero llegó el final
Entonces aparecieron los bronceadores de piernas en aerosol, y el descubrimiento de que eran perjudiciales para la circulación sanguínea … con el correr del tiempo nos hemos dado cuenta de cuán perjudicial ha sido esa la revolución plástica.
Ahora, estamos en una carrera contrarreloj para reducir el uso de estos materiales y con ello el daño que le causan al medioambiente.
Sin embargo, cuando el equipo de Wallace Carothers creó esa primera fibra de laboratorio, lo que buscaban era una solución …
Carothers no alcanzó a ver el ocaso de su genial descubrimiento …
El genial inventor con más de 50 patentes registradas, dudaba a menudo de su aptitud como químico, y quedó desolado cuando sus primeros prototipos de superpolímeros fallaron, lo que lo sumieron en profundo estado de depresión.
La enfermedad de Carother continuó incluso después de que él y su equipo sintetizaran con éxito el nylon.
Dos años después del descubrimiento, se quitó la vida bebiendo un cóctel de jugo de limón y cianuro de potasio en un hotel de Filadelfia.
“Mire Juventino … no le voy a mentir, el suyo es un caso extraño, pero no es único en el mundo – me sentenció el Doctor Escalaffonius – hay una bacteria asociada al problema … Pirrindunguis Nupcialis que se activa como un caso de alergia al contraer nupcias.
No, no, no, no nos demos garabato, por más que nos jactemos de ello y la sigamos practicando a diario en todo el continente, Latinoamérica no inventó la corrupción administrativa, ni ha sido el nuestro, el único país que la ha llevado a la categoría de excelencia que desde hace 40 años cultiva.
Madrugué el sábado, era un día extraordinario, así que nonagenario y todo, en pleno 2053, me levanté con ánimo y energías para llevar a mis nietas al plan más trascendental al que podían asistir en su breve vida de niñas capitalinas, con mis noventa y tantos años a cuestas, me acerqué a su recámara y les di el grito de batalla.