El 5 de octubre de 1921, al llegar a El Salvador los primeros sacerdotes de la congregación de le los Somascos, les fueron otorgadas una serie de parcelas para el desarrollo de proyectos educativos y religiosos en nuestro paisito de hace casi 99 agostos.
(Nunca fui muy adicto a aquello de “abriles”, amén de que Abril se usa en tantas canciones y piezas escritas, que dejémoslo un poco en paz).
El Instituto Emiliani fue obra de estos insignes hijos de Nuestro Señor, levantada en la antigua “Finca de la Ceiba”, conocida en nuestros días como “La Ceiba de Guadalupe”.
Detrás de este instituto (costado occidente) hubo un camino de mulas y animales de tiro que servía para unir el trecho de dos mil setecientos metros o más entre la Finca San Benito y la Finca La Ceiba, esta callejuela se fue acortando con el crecimiento de San Salvador, hasta quedar convertida en un atajo poco conocido y transitado, rústico y medio salvaje, entre la Colonia San Benito y La Ceiba de Guadalupe…
Durante los ochentas, el Emiliani tenía un celoso guardián en sus portones… Un perro “puras razas” hijo dilecto de nuestras calles y quien sabe que parvada de generaciones de “chuchos callejeros” de nuestra ciudad… el perro tenía dos defectos: un carácter espantoso y un solo ojo.

Lleno de muchos más defectos transitaba ese pasadizo (no sé muy bien si era calle) a las 6:20am, sistemáticamente, cada amanecer de San Salvador, el hijo mayor de mi mamá, rumbo a la Universidad, medio dormido, pensando, imaginando, cavilando, abstrayendo segmentos de la realidad, hasta que llegaba al portón del Emiliani donde el “tuerto” me esperaba tan puntual y sistemáticamente como el estudiante mismo de marras, que era yo, …recién ahí me despertaba, me ladraba frenéticamente, quería morder las llantas, me detestaba, de ahí me dio por nombrar ese atajo, la Calle del Tuerto.

Solo a manera de recuerdo .. podría cruzar directamente desde la Calle del Tuerto a la Calle del Mediterráneo, o sea atravesar de lado a lado la Alameda Manuel Enrique Araujo sobre la basílica de Guadalupe, sin semáforo y sin problema,entrar por el callejón de lodo y tierra hasta la misma villa de Antiguo Cuscatlán ... tan inocente y pacífico era ese San Salvador de inicio de los ochentas.
La Calle del Tuerto ya no existe, hoy, parte de sus trazos constituyen la Calle El Pedregal, aunque no tiene el mismo recorrido, un recuerdo fugaz del San Salvador que ya no es, ni será, aunque la verdad…
... probablemente no existió nunca…

Entramos con mi hija a la sala de cine, el olor a palomitas de maíz inundaba el ambiente, afiches de las últimas películas adornaban los pasillos, en los estantes se mostraban golosinas, bebidas para el gusto de los comensales, nos acercamos a la ventanilla para comprar los boletos y desde ahí surgió la primera decisión que tenía que tomar, el empleado me preguntó:
Allá por el Siglo XVI, Michel de Nostradamus, predijo que los seres humanos tendríamos incluido un chip en nuestro cuerpo, para diferentes usos … más adelante Isaac Asimov, diseñó en “I Robot” la idea de los personajes que tendrían (el bendito chip) para identificación; DUI, pasaporte, NIT, número del carnet de Firpo … todo !

Soñar es fácil. No digo hacerse ilusiones, sino acostarse a dormir y que te pasen una película por la cabeza. Yo sueño siempre, no como la Griselda, mi esposa, que dice que no sueña. Para mí que lo que le pasa es que no escucha el argumento de sus propios sueños, porque ronca tanto que parece el fin del mundo.