La verdadera historia detrás de Winnie the Pooh, uno de los personajes más queridos de la historia de la literatura infantil, cobra vida en el hecho de afirmar que Christopher Robin, en efecto existió, que tuvo una infancia compleja en tiempos de guerra, que creó su mundo imaginario, y que su padre, famoso escritor, fue quien sacó usufructo de ello.
El drama familiar gira en torno al autor A. A. Milne,, y su hijo Christopher Robin, cuyos peluches inspiraron el mundo mágico de Winnie the Pooh durante un momento difícil durante y después de la Primera Guerra Mundial.
Antes de que se dieran cuenta, Pooh y sus amigos se convirtieron en una sensación internacional y más tarde, en algunos de los personajes de ficción más valiosos de todos los tiempos.
Pero el éxito de los libros también provocó tensión en la familia Milne, exponiendo al hijo del autor a un abrumador nivel de fama a sus seis años, que lo atormentó durante su adolescencia. Milne también llegó a resentir su creación, creyendo que los libros para niños eclipsaban sus otros trabajos literarios más serios.
Como nace la Historia
La familia Milne vivía en Londres, en los albores de la “Gran Guerra” o “Primera Guerra Mundial” por lo que Christopher nunca llegó a experimentar lo que era jugar al aire libre en el campo.
Milne decidió que le haría mucho bien a toda su familia si compraban una casa de verano en Sussex. La casa que compraron estaba a 40 millas de Londres, y estaba en las afueras de Ashdown Forest. El lugar también se conoce como "El bosque de los quinientos acres", que obviamente sirvió de inspiración para la ficción "Bosque de los cien acres". Christopher Robin prosperó en este lugar, y se embarcó en aventuras fingiendo ser un caballero en una misión, y trajo consigo a sus animales de peluche como compañeros.
Cuando el niño tenía 6 años, A.A. Milne observó a Christopher Robin decir sus oraciones con su niñera antes de irse a la cama. Pensó que esto era adorable y escribió un poema sobre su hijo como regalo para su esposa.
Ella pensó que era hermoso e insistió en que deberían publicarlo. Milne le dijo a su esposa que si encontraba un editor que aceptara el poema, podría quedarse con el dinero para ir de compras. Esto la motivó a enviárselo a todos y recibió una carta de aceptación de la revista Vanity Fair.
Las madres de todo el país sintieron que sus corazones se derritieron con el dulce poema de la inocencia de la infancia, y querían saber más sobre este pequeño "personaje" llamado Christopher Robin. Cuando se supo que esto se basaba en una persona real, la gente se volvió aún más curiosa.
Pero Christopher Robin …
Christopher, tuvo una niñez ajetreada, a sus siete años participó en grabaciones de audio hechas para los libros, algo que posteriormente su primo calificó como una explotación que mostró "el rostro inaceptable del reino de Pooh".
Al año siguiente, Christopher actuó frente a 350 invitados en una fiesta, recitando partes de los libros y cantando la canción The Friend ("El Amigo"), y en 1929 actuó en una representación basada en las historias.
Fue en esa época que Milne decidió dejar de escribir libros para niños, en gran parte la razón fue su "estupor y disgusto" por la fama desproporcionada de su hijo.
“Algunas personas son buenas con los niños. Otros no lo son ” dijo de adulto Christopher Robin Milne. "Es un regalo. O lo tienes o no lo tienes. Mi padre no lo hizo ".
"Siento que el Christopher Robin legal ya hizo más publicidad de la que quiero para él", escribió Milne. "No quiero que llegue a desear que su nombre sea Charles Robert".
En 1930 Christopher fue enviado a un internado. Luego escribiría que ese fue el comienzo de una "relación de amor y odio con su homónimo ficticio".
Los otros niños y adolescentes se burlaban de él, Christopher sentía que su mundo imaginario al ser revelado en libros, le dejó de pertenecer, sus amigos de mentiras, sus peluches, Pooh, Tigger, Igor, Piglet, ya eran de dominio público … es más el Christopher Robin de los cuentos, no era él, su padre idealizó su figura … y le hizo daño.
Christopher Robin adulto
Ya pasados los años, pasó un período infructuoso de búsqueda de trabajo, tras salir de la universidad, entonces Christopher desarrolló un verdadero resentimiento contra los libros y su padre.
"Él – refiriéndose a su padre - se abrió su propio camino con su esfuerzo pero no dejó un sendero que yo pudiera seguir. Pero …todo fue su esfuerzo? No tuve yo algo que ver en alguna parte?", escribió Christopher.
"Casi me parecía que mi padre había llegado donde estaba al montarse sobre mis hombros infantiles, que había hurtado mi buen nombre y me había dejado solamente con la fama vacía de ser su hijo".
Y Milne sentía que tenía que cargar con el peso de Pooh, tanto como Christopher Robin.
"Dejé de escribir libros para niños. Quería escaparme de ellos como siempre quise escaparme. En vano", escribió Milne, padre de Christopher Robin.
Cuando Milne escribió en "La Casa de la Esquina de Pooh" que "en ese lugar encantado sobre lo alto del Bosque, un niño y su Osito siempre estarán jugando", no sabía lo cierto que eso terminaría resultando.
Puede que su legado no haya sido tan literario como lo hubiese deseado, pero incluso ahora, el niño ficticio, basado en la realidad y su osito siguen jugando sobre las páginas, y en las imaginaciones, de miles de niños en todo el mundo
… pero el real, sintió que le invadieron su mundo imaginario, y tras una vida azarosa, se casó con su prima hermana, fue a la Segunda Guerra, tuvo una hija con problemas de parálisis cerebral …la cual recuperada, mantuvo viva la verdadera historia de su padre.
… Christopher Robin Milne vivió varios años con miastenia grave y murió mientras dormía el 20 de abril de 1996 a los 75 años
Hace algunos años se me desmoronó una idea que muchos salvadoreños dimos por válida durante buena parte de nuestras vidas:
Un amanecer contigo
sería una mezcla de piña colada,
vino y agua salada…
Había prometido no cometer el error de salir los sábados de mi casa, al menos no por las tardes y mucho menos a un centro comercial. Pero la vida es una entrega permanente de principios, tal como pueden atestiguar los “cinco o seis voluntarios” (voluntarios convenientemente pagados) que siguen esos principios.