Siempre habrá lágrimas abundantes para llorar a nuestros muertos, el olvido no nos permite y Gracias a Dios es así, abandonar a quienes quisimos … aunque no alcancemos jamás a saber donde están sus despojos, donde rezarles al menos.
Esa mañana del 19 de septiembre de 1982, tercer día consecutivo de lluvia, algo muy habitual en el país, un alud destruyó más de un centenar de casas de la colonias Montebello Poniente, San Mauricio, Lorena, Santa Margarita, El Triunfo y San Luis. En un inicio se determinó la cifra de muertos en aproximadamente 300.
“Recuerdo que estaba despachando cuando vi pasar la correntada, traía árboles, pedazos de muros”, cuenta Cecilia Portillo, quien por décadas ha sido propietaria de una tienda en la colonia Montebello Poniente. (El Diario de Hoy. 2016)

Dos aludes más siguieron al primero, si bien la confusión y angustia ya era general, estos dos nuevos torrentes de lodo que bajaron por la quebrada El Níspero, desde el Picacho, debido a la deforestación de las faldas del volcán, fueron letales y acumularon una cantidad de lodo, piedras y escombros de más de un metro de altura.
Fuimos a la Casa Rosada, la única casa que sobrevivió al alud, a rendir homenaje a los que hoy pueden ser 500 muertos y desaparecidos, compatriotas, que no murieron por una causa natural ni ambiental, sino por culpa de los estragos que a la Naturaleza misma causamos, la curva de nivel autorizada para construcción ya había sido rebalsada por la construcción de nuevas viviendas y residenciales … y lo peor …

… se sigue construyendo y cambiando la topografía natural de las laderas, lo que favorece la erosión, y con mucha lluvia en días consecutivos …
… el peligro, hoy
… sigue latente.
Pobrecito paisito el nuestro, donde gente mata gente por encargos de $ 50. 00 pero nadie nunca tiene la culpa de nada, donde no hay un centavo ni partido por la mitad en ninguna parte, pero todos jugamos a la eterna “presumidera” de apariencias .. aparentando, ostentando, hablando
…cosas que no somos
…cosas que no tenemos.
De estas soledades, inconmovibles, nefastas, tristes, desesperanzadas y agotadas, hechas trizas y aun con capacidad de esbozar una risa … en los momentos que sabemos perfectamente que nunca va a estar acompañado el desierto de nuestras vidas …

Es un hecho que, por lo general, les paramos poca bola, ya salen al final de misa, cuando el sacerdote ha hablado hasta la saciedad de temas relacionados con cualquier cosa menos con el evangelio del día, (por lo general hablan de si mismos, y buscan elevarse a vicarios aunque sea, además de organizar colectas) y una señora, voluntaria, o algún caballero con el afán de ayudar comienzan a leer los avisos parroquiales … Otros se pegan en pizarra, y son algo así como la "Gaceta de chambres del vecindario".