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Un amanecer contigo

sería una mezcla de piña colada,

vino y agua salada…

 

Porque eres sutil y salvaje,

sensible y rudimentario, fuerte y cruel…

Pobre de mí que al verte suspiro,

con una sonrisa de tus labios muero…

 

Déjame mirarte como ayer,

amarte, como te amo desde la primera vez

que vi tus ojos y el color de tu piel…

Dime que soy tu primera vez,

porque en algo lo he de ser…

 

Tu primer amor de ayer,

Tu primer infidelidad no cumplida,

La primera que esperé por tanto tiempo

que me pudieras ver.

 

La primera que te dice que te ama y que no puede ser….

en algo dime ¿soy tu primera vez?

Tú, besos fríos, delicioso manjar…

Te quiero mío, aunque tenga que pecar…

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Mi otro yo

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Con motivos de mi conocida arrogancia, prepotencia, alta estima de mí mismo y presto a acercarme a los sesenta años, poseedor de todo el dinero y los recursos que se necesitaban, decidí perpetuarme, darme continuidad inmortal y crear (o sea no crearlo yo, sino que darle a un grupo tecnológico importante y avanzado) la tarea de crear otro yo.

 

 

Hasta los maniquíes le hacían ojitos

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Empecé a trabajar antes de cumplir 18, por cuello y por necesidad, quería seguir la Universidad y el dinero no alcanzaba en casa para mi futuro, el que me trazaba, como Biólogo Marino (“Biólogo marino? – me decía mi papá – de que vas a trabajar? Limpiando peceras?”).

Historias de Mundial: El día que un equipo argentino de 4a división derrotó a la poderosa Unión Soviética

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El 17 de abril de 1982 puede considerarse el día que la humildad futbolera (con una pequeña ayuda del Estado) sorprendió al mundo.

Después de haber ganado el Mundial de 1978, Argentina veía languidecer una Dictadura Militar que daba patadas de ahogado, el pan y circo del Mundial ganado, no alcanzaba a terminar de sacar a los argentinos de una realidad concreta que las Juntas Militares proponían, represión, hambre … orden relativo, y enriquecimiento ilícito de sus allegados.

© Daniel Rucks 2025