Por una vez dame de beber,
la última gota de vida y placer
antes de morir entra a mi piel.
Vibra con tu sonrisa…
Imprégname de una vez
los besos más deseados,
las caricias más plenas,
deseos deliciosos,
tu lujuria y tú ser.
Muérdeme los labios, bésame…
Aprieta mi cintura, mis senos también,
desliza tus manos temblorosas por toda mi piel,
roza con tu lengua espacios ardientes,
los que solo tú puedes ver.
Deja tu sexo extenderse,
en la oscuridad plena de mi vientre,
manteniendo esa llama creciente,
brotando como fuerza ardiente,
a pulso de besos y caricias impacientes.
No olvides mis miedos,
virginal morada de tus deseos,
cuenca pacífica de tus besos,
obstáculo perfecto para llegar a venus,
monte eterno de tu infinita pasión,
premio Nobel de tu ilusión.
La ineptitud, inoperancia, incapacidad y todo lo que empiece con “in” menos ingenio, son características de nuestras oficinas públicas y privadas. La tropicalización de las Leyes de Murphy, elaboradas por el gran sabio Dimas Chuchini (es un maestro de lo tropical con “Guanaco Sólido”), dejan en evidencia la adaptación de algunas de ellas a nuestro país.
Resulta que hoy todos somos catalanes, a excepción de aquellos que le van al Real Madrid, el culto a Messi y compañía nos ha llevado a un “barcelonismo desmedido” que se sobrepone a nuestras propias usanzas nacionales.
Había una vez un hombre que estaba en el campo, descansando debajo de una ceiba muy antigua, y de pronto se le apareció el Diablo.