Con embrujo de arena y destellos de sol
desnuda la tarde la luna al amor
Te veo de lejos con tu figura atroz!
eres tan hermoso como rayo de sol ...
Me pregunto una y otra vez….
¿cómo puedes osar ser tan hermoso
sin sentir culpa?, ¿será que provocas mis gemidos
con el vaivén de la aurora en tu pecho
al caminar, justificando que una vez
me quieres amar?, ¿no te basta
con tenerme presa todo el día
de mis pensamientos contigo dentro?
¿Es que todavía quieres que de más?
¡Mátame de deseos, sobreviviré!
Porque al caer la noche, amor, te tendré
Desnudo sobre mi lecho fulgurante y feroz
Mi lecho que te reclama
Como trinchera fija al amor,
mi entrega es total y completa
desde que llega la noche…
Mi almohada con aroma a café
se ha desvelado conmigo soñando
con un nuevo encuentro…
con tu cuerpo desnudo,
sobre el ocaso al viento
¡Ven mi amado!,
¡tómame que te he esperado!
He asaltado la prisa con mi deseo escondido
Que se deja entrever cuando tú estás conmigo
Sacia mi sed de prisa no tomes más tiempo,
Mi vientre se siente sombrío
Tú has de recuperarlo, ¡quiero sentirte mio!
Siente mi aliento, mis poros al descubierto,
Acelera mis latidos con tu cálido respirar
Tócame… tócame despacio y sin miedo…
Cubre mi pecho, envuélveme en tu cuerpo
Muévete rápido o quizá más lento…
Quiero disfrutarte, mis muslos agradecidos,
Por tener tu calor, tu pasión, tú lujuria conmigo.
Querido ve lo que siento!
Como loba salvaje estando tú dentro
Que mi arrebato te explique
Lo que no pueden decir mis labios
Porque no hay más agravio que todo el silencio
Si no se rompe con tu placer turbulento…
Quiero respirar, siento que muero
Tú me llenas tanto y todo es tan bueno
Que no puedo más que morir al silencio.
Si los alumnos de Comunicaciones no logran comunicarse, qué podemos esperar de los demás? Poco … o peor que poco … nada.
Mientras Batman celebra su 83 aniversario en los cómics y el entretenimiento, dándole órdenes a Robin y Alfred sobre lo que deben hacer (para eso les paga) deberías imaginar que está orgulloso de todo lo que ha logrado (si Batman fuera uno que se permitiera sentir algo tan autocomplaciente como el orgullo).
Horacio era mi némesis. Sólo él podía despertar mi odio más visceral, mis impulsos más violentos, mis pensamientos más asesinos. Cuando lo veía mi cuerpo se preparaba para un combate de vida o muerte: mi pulso cardíaco se aceleraba, mi sangre fluía hacia los músculos más grandes para luchar o huir y mis células comenzaban a consumir energía de reserva.