Porque siempre estuve repleto de carencias pero nunca carecí de todo …
Porque siempre estuve lleno de nada pero nunca estuve tan vacío de tanto …
Porque en este océano de apariencias, de escasos cinco cms. de profundidad, donde nadie es tan inútil como para ahogarse, yo me ahogaba, pero tu entrada en mi vida mujer, se constituyó en mi mejor salvavidas …
Porque me encontraste exactamente en el lugar donde yo estaba perdido …
Por eso me aferré a ti, como retazo de vida, como hálito de esperanza, como salida posible a todos mis imposibles, y te di todo …te di demasiado, estoy plenamente consciente que te di de más …
Y los amigos de siempre, viendo como paulatinamente me embobaba con tu presencia, viendo las cosas desde un ángulo más objetivo, me decían “agarrala con calma, despacio, la vas a ahogar …dejala que respire…tiene que definir su propio camino” … y yo, con la sordera del obsesionado creía o intuía que tu te obsesionabas también …
Y no me daba cuenta que mi obsesión crecía directamente proporcional a la pendiente en la que la tuya se desvanecía…
El eco del último portazo duró siglos, minutos, decenios, eternidad …es más aún suena …
Y yo me quedé viendo el pasillo largo que daba a esa puerta, lugar donde moro desde hace unos cuantos años, en calidad de autómata o pelele inútil al que le dejan un plato de comida y agua, no vaya a ser cosa que caiga muerto y cargue a todo mi entorno de responsabilidades.
Y se me ocurre, en mi absoluta estupidez consuetudinaria, que por esa misma puerta que te marchaste …un día vas a volver.
Y desde hace tiempo me han vuelto a rodear las carencias, los océanos de apariencias, y hacía tanto que no nadaba y daba patadas de ahogado en ese océano … y hacía tanto que no estaba tan lleno de nada …
Y hacía tanto que no me hacía falta tanto, careciendo de todo, teniendo tan poco ….
... tan poco de tanto
Horacio era mi némesis. Sólo él podía despertar mi odio más visceral, mis impulsos más violentos, mis pensamientos más asesinos. Cuando lo veía mi cuerpo se preparaba para un combate de vida o muerte: mi pulso cardíaco se aceleraba, mi sangre fluía hacia los músculos más grandes para luchar o huir y mis células comenzaban a consumir energía de reserva.
Elvira y su esposo Zacarías, jadean, sudan, se sienten más libres y contentos, llevan 35 años de casados y su unión, sigue siendo relativamente mágica, no son frecuentes, pero cuando ocurren, cada muerte de Papa, hay magia …