Tu piel y toda la belleza que encierra
duerme desnuda, esta noche
entre las sábanas de mi madriguera.
Aún jadeante, fiera en reposo
perlas de sudor te navegan en torrentes
nunca pensé que esto pudiera suceder
aunque no he hecho más que soñarlo …
constantemente.
Hice una camándula con todos tus “noes”
cada rechazo, cada desplante no hizo más
que fortalecerme.
Ante cada aparición de tu rostro, mujer
pinté óleos imaginarios con el más sutil mis pinceles
el de saberte inalcanzable
pero por alguna razón
nunca distante de mis quereres.
Hasta que se derrumbó el castillo de naipes
sobre el cual reinabas
distante
altiva
y como muchas de los ruidos de las cosas al caer
fue fuerte la caída …
fue un estrépito sonoro y artero
y en medio de la confusión y lo incierto
te aferraste a lo único que en tu vida había sido
constante
verdadero
certero …
Y ese siempre fui yo.
Y tras entregarte a mi virilidad como posesa
como nunca te habían dejado
como nunca te daban permiso
después de aullarle ambos al unísono
a la luna
y a este cuarto de 5 x 2
que es del amor nuestra cuna …
yaces
duermes
al fin tienes paz …
Y yo te observo
sin pensar en el amanecer de mañana
que puede llegar a ser terrible
me aferro a la madrugada
que es lo único tangible
y a todo lo probable que resulta
este asunto
de lo imposible.
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