Me fascinan tus besos,
fundidos con los besos míos...
Perderme en tu aliento
como en un suspiro, y así sin miedo
resbalar por tu piel...
Tu besándome toda,
yo devorando tu dulce miel....
Llegando a la cumbre de tu éxtasis,
el lugar preciso donde logro perderte...
perderte completo en lujuria y pasión
abrazando tu piel con fuego de amor...
Qué bien se siente tenerte en mi boca...
Causarte esas cosas que me vuelven loca...
Sentir como explotas y te inundas en mí,
Permíteme, extasiarme en ti …
dame un momento para satisfacer mis dudas...
cuánto placer te causa tenerme desnuda?

Con motivos de mi conocida arrogancia, prepotencia, alta estima de mí mismo y presto a acercarme a los sesenta años, poseedor de todo el dinero y los recursos que se necesitaban, decidí perpetuarme, darme continuidad inmortal y crear (o sea no crearlo yo, sino que darle a un grupo tecnológico importante y avanzado) la tarea de crear otro yo.

Él era un hombre sencillo llamado Sebastián, si nos ponemos a revisar las estadísticas no pasaba de ser un número más … bah! como lo somos todos.
De todas las cosas estúpidas que he hecho en mi vida… ésta debe ser la peor.