
Deja la puerta abierta, hoy seremos dos,
derrama tu pasión en mi almohada,
dame una porción a beber,
dormiré temprano, me vestiré de ayer.
Me permitiré tus aromas,
los pondré en mi piel,
Me perfumaré completa
con tus gotas de amanecer
Eres mi placer favorito
eres mi deseo y miel
Mi depredador perfecto
mi salvaje favorito,
mi porción de arena
Donde puedo descansar desnuda,
donde puedo desbordar yo mi bruma,
y desplegar mi sensualidad en ti.
Mirarte mientras duermes
excita mis pensamientos,
acelera mis movimientos,
y me obliga a desvanecer
Mi orgullo sensato de mujer,
obligarte a volverme a tener.

La Reina Isabel de Inglaterra (la primera, la “Reina Virgen” que le mientan en los libros de historia) tuvo la suerte de rodearse de exploradores que llenaron al alicaído y primitivo trono inglés una fuente de oro que el Cerro de Potosí (que buscaron como locos españoles y portugueses en América) no les otorgó por llegar tarde …
El problema fue que yo no aceleré, en el momento que el fulano del carro rojo, atrás mío, pensó que iba a acelerar… ese fue el inicio del caos.

Mariela, profesional independiente, buen pasar, ya treinta años largos, casi cuarenta, acompañada de su amiga Isabela deciden dar un viaje “de chicas” … a Italia, a Roma, lugar que Mariela ya conocía, había estado allí años antes, y siempre anheló volver.