Aleluya! Albricias y enhorabuenas! He descubierto que entre mi caudal de defectos múltiples, tengo un punto a mi favor, no soy ningún superhéroe, pero tengo vista de Súperman.
Y esa vista me sirve, no para desenmascarar malhechores ni perseguir a Lex Luthor, sino para analizar seres humanos con tan solo mirarlos.
Aleluya! Albricas y enhorabuenas! Me basta echar una rápida mirada para diferenciar al sincero del hipócrita, al honesto del tramposo, al amigo de verdad del amigo circunstancial. Puedo distinguir al discreto del charlatán, al que empuña la rosa del que empuña la daga (que posteriormente como es lógico clavará en mi espalda) mi súper visión están efectiva que puedo diferenciar al ser humano del motorista del bus, al civil del gorila, al correcto del político, al trabajador del ocioso, al humilde del gerente, al vendedor del cliente, al menos delincuente del todopoderoso delincuente.
Puedo con una simple mirada detectar al estafador entre la gente de buenas intenciones, al asesino entre los inocentes, al torturador entre sus víctimas, al demagogo entre sus escuchas, al suicida entre la muchedumbre, al ostentoso entre los que tienen sus pies en la tierra.
Pero no se si tan aleluyas, ni albricias ni enhorabuenas también mi vista de Súperman me permite, mujer de mi vida, detectar tus mentiras en medio de tus verdades, tus “te quieros” sinceros entre un mar de “te quieros” circunstanciales, tus dudas entre tus verdades, tus certidumbres entre tus incertidumbres, tus ganas de abrazarme entre tus parquedades, y tus palabras de amor entre tus múltiples silencios.
Creo que definitivamente nada de aleluyas, ni albricas, ni enhorabuenas, mi vista de Súperman ya no es un súper poder, es una verdadera desgracia… me permite ver demasiada realidad y me está asesinado la fantasía…
Señor, ¿no me podrías volver un poco más miope en ese aspecto?