Bien lo decía aquella canción de Johnny Ventura, cuando contaba que una pareja, para comunicarse si tenían o no “ganitas de aquello” pitaban … hasta que se ponían de acuerdo si si o si no … “Pitaste?”.
Tal vez así era más sencillo, solo que la pareja de la canción, iba envejeciendo, y cada vez les costaba más escuchar el pito (no sean mal pensados …) del otro … tenían que acercarse … “Viejo … pitaste?”
Tener relaciones sexuales es difícil, siempre. Peor cuando ni pareja tenés …
Cuando si tenés pareja pensás: “¡Por fin voy a tener sexo cuando yo quiera!”. Mentira! Eso de las relaciones sexuales estables es una leyenda. Es difícil que se dé que ella tenga ganas y que tú tengas ganas, y que cuando tú tengas ganas, ella sepa que tú tienes ganas y tú sepas que ella tiene ganas…
Yo, por necesidad más que nada, me he convertido en un experto en interpretar este tipo de señales. Vean: si estás en el sofá y ella cuando va a acostarse te dice:
– Me voy a la cama, no tardes.
Eso quiere decir: “Me voy a acostar en baby doll”. Pero si ella se acuesta y te dice:
– Yo me voy a la cama, cuando vengas haz el favor de no hacer ruido.
Amigo mío… agarrá una revista y seducite a vos mismo.
Hay palabras mágicas que ella suele utilizar para dejar claras sus intenciones. Por ejemplo, la palabra “siesta”.
Si ella, un domingo, después de comer te dice:
– Nos dormimos una siesta?
Está claro: “sí está”.
Hay que estar muy atento a cómo se viste cuando se acuesta. Si se coloca los calcetines y los mismos pants que los que va a ir al gimnasio y una camiseta de la campaña de Alfredo Cristiani (aquella de “vamos pueblo, vamos al cambio) te está diciendo que no quiere saber nada de tus gónadas …
Yo creo que, con esto del sexo, las personas funcionamos un poco como los teléfonos móviles: que se supone que sirven para que estemos comunicados siempre, pero a veces lanzás un mensaje y ella no está, el “usuario no está disponible”; otras veces ella te lanza un mensaje a ti, y resulta que tú estás sin saldo …. No hay manera de levantarlo.
Hay otras señales más sutiles. Hay que estar muy atento a cómo te llama cuando llegas a casa. Si entrás por la puerta y escuchas tu nombre tres octavas más agudas de lo normal (En vez de oír: “Hola Manuel”, escuchás: “¡Hola Maneeeeel!”), prepárate.
Va a estallar el obús. Te va a tocar como el conejito de Energizer … y dura, y dura, y dura …!” Lo malo, es que a veces, cuando te pasa esto, es que tú, al segundo, te quedás sin batería.
Si cuando se está arreglando para salir te dice: “Me ayudás a subirme el zipper del vestido?”, en realidad te está diciendo: “Cuándo volvamos… también me lo vas a bajar?”. Es decir, ella está a tope de cobertura.
Pero atención, porque el momento de subirle la cremallera es muy delicado. Si la pellizcás sin querer, se acabó lo que se daba. Se dará la vuelta y te dirá: “Qué estás pensando? Qué estás cerrando una maleta? Si serás bestia!”.
Y te da en la cama la espalda, Mafalda.
La postura que ella toma cuando se mete en la cama es otra forma de saber si estáo no en el área del servicio. Si se mete en la cama y se enrolla como una oruga… no te esfuerces, tiene el teléfono apagado.
Pero si por el contrario, se tira boca abajo y mueve el culiflower como el pato Donald cuando camina ...!!! Atención, tienes una llamada en espera!
En cualquier caso, con smartphone o sin él, el momento clave sin duda es el sábado. Porque el sábado por la noche vos sabés que toca. Y con esa ilusión te metes en la cama. Pero puede pasar que, de repente, apague la luz y diga:
– Buenas noches.
– Cómo que buenas noches? Pero si es sábado! Y todos los sábados …chaca chaca !!
Te dan ganas de levantarte a por el calendario y decirle: “Mira… Mira… Mañana es domingo! Está marcado en rojo”. Por favor… Yo creo que, como hay mucha gente despistada por ahí, deberían decirlo en las noticias: “Y terminamos recordándoles que hoy es sábado… Mañana rojo”.
Sin embargo en vez de ir a por el calendario, lo que hacemos la mayoría de los hombres es poner en marcha la operación gusano: acercarnos a ella reptando por la cama, como sin querer, hasta que nos acoplamos. La abrazamos y empiezas a tontear con la mano, que si le acariciás la cadera, que si ahora la tripita… y empiezas a subir y a subir, a ver si ella reacciona. Y sí que reacciona, sí. De pronto te agarra la mano y te dice:
– Qué bien estamos así! Yo no necesito nada más.
Y te quedas con las ganas. Esperando la próxima señal. Con la antena del celuliche bien levantada ….
No hay silencio en esta noche fría
no hay silencio en este amor desesperado
Sofi, adolescente, pizpireta y coquetona, inquieta, entró a la cocina mientras su madre se peleaba con las hornillas de la cocina porque de cuatro solo una encendía y le soltó la pregunta a su madre sin preámbulos, mirándola a los ojos: «Mamá … a vos a qué edad te … hicieron por primera vez el amor?».
Duele, como pocas cosas duelen en la existencia … podemos reventarnos el cráneo buscando culpables y vamos a encontrar quinientos … pero diluir las culpas entre quinientos, una vez más, deja ningún culpable y múltiples incertidumbres.