Por motivos de mi conocida arrogancia, prepotencia, alta estima de mí mismo y presto a acercarme a los cincuenta años, poseedor de todo el dinero y los recursos que se necesitaban, decidí perpetuarme, darme continuidad inmortal y crear (o sea no crearlo yo, sino que darle a un grupo tecnológico importante y avanzado) la tarea de crear otro yo.
El encargo salió perfecto, porque no solo crearon mi otro yo, sino que crearon otro yo, realmente idéntico en todas sus facetas, carácter, físico, personalidad, tanto así que no es que hayan creado un Jeremías (ese es mi nombre) “Y” sino que crearon otro Jeremías “X”, o sea que mi otro yo, soy yo mismo sin yo dejar de ser yo.
Obviamente mantuvimos el secreto con los encargados en un total silencio, porque eso me permitía a mí (digamos Jeremías “X” humano) dejar de asistir a varios eventos y cuestiones que realmente me resultaban vomitivas, y (digamos Jeremías “X” mecánico) tomaba mi lugar sin ninguna dificultad.
Hubo que hacer algunos ajustes, eso sí, el Jeremías “X” mecánico, no era tan cínico y sarcástico como yo, por lo que hubo que nivelarlo con transmisores nuevos, de avanzada, lo que me costó un buen pedazo de mi fortuna lograda a través de la herencia de mi tío Archibaldo, que murió en Australia atropellado por una manada de canguros mientras trataba de orinar embocándole a la cueva de un marsupial.
Todo marchaba de maravillas, a mi trabajo si tenía que ir yo, porque mis capacidades laborales no las equiparaba Jeremías “X” mecánico, lo cual me empezó a causar ciertas contrariedades.
La bella Elena, mi amante, ojo, no mi mujer legal, sino mi amante como corresponde a mi posición, un buen día viernes, me recibió en el apartamento que yo le puse (o sea, yo pagué y pago), con un abrazo y beso descomunal, fuera de lo habitual, y me susurró al oído:
- Amor, la escapada que te diste ayer en la tarde me ha dejado más plena y satisfecha que nunca, te has superado en un 700 %… hoy quiero más, igual a lo de ayer.
Obviamente, supe de inmediato lo que había pasado, yo estaba trabajando la tarde de jueves, o sea que Jeremías “X” mecánico, había tomado mi lugar, sin mis órdenes, y había complacido de sobremanera a la bella Elena, tanto así, que algún chip hacía que me superara en mis artes amatorias…
De más está decir que esa preocupación constante en mi cabeza impidió que lograra siquiera parcialmente el “temple” necesario para que complacer a la bella Elena, quien totalmente absorta por la tarde anterior, mejor se dedicó a jugar con el remoto de la TV y a leer una “Vanidades” … mientras tanto.
Para terminar de rematarme, me dijo…”Te volvieron los problemas de flatulencias? Ayer por la tarde estabas perfecto en ese aspecto!”
Los tecnólogos me dijeron que no había marcha atrás ante mis airados reclamos, que desactivar a Jeremías “X” mecánico, era totalmente imposible desde el momento de crearlo, que si no había leído bien el contrato …. Que todo chip introducido no se podía retirar porque todavía no existía la tecnología adecuada, que tenía que esperar.
Mientras esperaba, Jeremías “X” mecánico, comenzó a copar todas mis áreas con tanta eficiencia, que realmente empezó a desplazarme, mientras tanto, todo el mundo hablaba de mi elocuencia, mi carisma, mi inteligencia, mi capacidad, y mi perfecto estado físico …eso era lo peor ….
Yo pasaba encerrado en mi casa, si bien se podía decir que descansaba, era mentira, me torturaba esperando y llamando a diario a los de Tecnología para saber si ya había aparecido el chip desactivador, y nada, que no llamara tanto, que ellos me iban a llamar… y por ende, yo, el verdadero Jeremías “X” humano, envejecía, envejecía aceleradamente, pero el Jeremías “X” mecánico no…
El muy desgraciado no envejecía… ni una arruga, ni un lunar, ni una de esas verrugas feas que nos salen a los mayores…
Me sucedieron tragedias diversas, habiendo perdido los encantos y los viernes con la bella Elena a manos de mí mismo, empecé a cuidar a mi esposa, porque temía que en cualquier ausencia mía, yo mismo entrara a poseerla y que terminara satisfaciéndola, más que yo mismo…entonces, en medio de mi paranoia, me pasó algo que no me había pasado nunca, me enamoré de mi mujer…
Y fue una tragedia, porque mi mujer, con la que había sido indiferente toda la vida, se mostró entonces indiferente conmigo, y cuando le expuse mi amor me dijo “Dejate de idioteces, si ya llevamos veinticinco años casados”.
Por más que requería y amaba a mi esposa, como jamás lo había hecho, ella estaba dominada por el tedio de un cuarto de siglo y me ignoraba y rechazaba sistemáticamente, razón de más para un carácter tan voluble como el mío, para amarla más en lo que ella me apreciaba menos ….
Entonces el colapso fue total, ante el éxito financiero, sexual, laboral, empresarial que yo mismo adquiría a manos llenas, gracias a Jeremías “X” mecánico, me di cuenta que yo no tenía absolutamente nada.
Y empecé a morirme…
Cuando ya me sentí próximo a expirar, llamé a Jeremías “X” mecánico, y le dije….
“Cuando muera, mete mi cadáver al baño y que nadie se entere, por la noche enterrame en el jardín, toma mi lugar como has hecho hasta ahora, pero ojo … muy atento …
Iba a decirle “jamás toques a mi mujer”, en el momento que expiré.
Muchos teléfonos celulares comenzaron a colapsar, su funcionamiento empezó a ser errático y confuso, todas sus aplicaciones no funcionaban , la señal se desvanecía y era casi imposible hablar o mandar mensajes de texto, de acuerdo a las ultimas noticias tecnológicas, un virus muy potente se había filtrado en los servidores de las compañías proveedoras de telefonía, afectando a los teléfonos llamados de última generación.
- Cualquier cosa te llamo! – levantó la mano el amigo al despedirse …