La Historia, desmemoriada como está, suele olvidar personajes notables, y a veces también olvida a propósito todo lo que no le conviene.
Se olvidan de mí, mi nombre es Lucio Pomponio Flátulo, hijo de Lucio Salustio Flátulo, nieto Lucio Pompeyo Flátulo, todos Flátulos por un problema al que habré de referirme en segundos. El cognomen “Pomponio” viene del dudoso honor de haber sido campeón en la escuela primaria de “Pomponte niña pomponte”, que antes se jugaba mixto, antes que las jovencitas de hoy lo convirtieran en:
“Componte niña componte
que ahí viene tu capo narco”
Pero eso no viene al caso, de mi abuelo hasta mi persona, hemos sido destacados generales del ejército romano, que no hemos progresado hasta los honores del Consulado, por un problema grave … los garbanzos y frijoles de la comida de campaña de guerra nos producen una pedorrera espantosa …
… de ahí el sobenomen de Flátulo.
Pero no vayan a creer que una gasificación, así, leve, no … era una nube tóxica que mataba las siembras, plantas, árboles y hasta caballos, por eso si bien éramos muy buenos en el campo de batalla, casi siempre llegábamos tarde a las peleas, teníamos que acampar solos, a por lo menos dos millas romanas del resto del ejército.
El Senado me llamó cuando la amenaza al norte, de los godos y los suevos, era inminente, corría el año 220, el emperador era Heliogábalo, y como el muy maricón se encontraba perfeccionando sus artes coreográficas para honrar al Dios Sol en Siria, me llamaron como General en reserva a hacerme cargo.
—Flátulo – me dijo el Senador a cargo, frente al pleno – los godos y los suevos nos atacan y masacran a los pueblos de nuestra frontera norte, necesitamos que armes dos legiones, te damos un millón de sestercios, y los honores del Consulado que no alcanzaron ni tu abuelo ni tu padre …
—Dos legiones? Eso es carísimo, como pago soldados, armas, escudos? Me van a dar anticipo ?
—Cuando hayas hecho tu trabajo recibirás la paga.
Como siempre, estos del Senado, aprovechados, tuve que ir donde los agiotistas judíos a prestar dinero, armar legiones, y partir rumbo al Norte …
Saliendo de Roma, los malestares estomacales comenzaron, me fui a retaguardia para no matar a mis propios caballos, y los soldados que llevaban las “fasces” al frente del ejército gritaban:
—Ahí viene el General Flátulo, poneos a resguardo!
Y la gente huía campo adentro con su ganado y sus niños, para evitar una tragedia; para agravar el mal, me acompañaba mi hijo Lucio Urodonal Flátulo, cuyo “sobenomen” provenía de una medicina que le había hecho muy bien para las vías urinarias, o sea que la nube tóxica de las ventosidades se duplicaba.
Platicábamos por el camino al norte, aun iba muy enojado por la “vivianada” del Senado, y compartía opiniones con Lucio Urodonal ...
—Y tú? —le pregunté— qué piensas de tu padre ?
—Yo —dijo Lucio— pienso que eres un hombre justo.
—En esto te equivocas. Yo no creo en la justicia. La justicia es un
concepto platónico. En el orden natural,
al que pertenecemos todos, el animal más fuerte se come al más débil. Por
ejemplo, un león, si tiene hambre, se come un ciervo o un avestruz, y
nadie se lo reprocha. Luego, al envejecer, el león pierde sus fuerzas y los
ciervos o las avestruces se lo podrían comer si quisieran. De este modo
restablecerían la justicia, pero … acaso lo hacen?
—No —dijo Lucio— porque son herbívoros.
Grave problema tener un hijo más estudiado que uno para compartir largas horas por la vía Appia.
Al tercer día divisamos a los bárbaros, ellos subieron a una colina para ganar posición, nosotros quedamos en desventaja en el llano, llamé a mis generales.
—Mi hijo y yo iremos a la vanguardia, junto a las águilas.
—Pero General … el hedor – protestó el General Sempronio.
—A mi grito, cada legión pasará a mi derecha y a mi izquierda, como batiéndose en retirada Lucio Urodonal y yo nos quedaremos al centro, sin movernos, cubiertos por las legiones, cuando todos hayan pasado, nos batiremos en retirada junto a ustedes, a mi segundo grito, abran flancos, den la vuelta y ataquen al enemigo – hice una pausa - hijo …esta noche, atragantate de garbanzos y frijoles … yo haré lo mismo.
Al amanecer siguiente estábamos frente a frente (no en TCS, aun no existía) los bárbaros sobre la colina y en el llano, a dos kms nosotros, mi hijo y yo al frente …. Con el estómago a reventar.
—Aguántalos Lucio Urodonal, es importante hijo.
Di el primer grito y las legiones, muy correctas, nos rebalsaron por los flancos y dieron vuelta en 180 grados, se iban …. Los bárbaros gritaron, los romanos se batían en retirada ... comenzaron a bajar la colina para perseguirnos.
Estaban a menos de un kilómetro cuando quedamos solos frente a ellos …
—Ahora hijo, retirada- y pegué el segundo grito que replicaron los cornos, giro en 180 grados y quedamos a tiro de lanza de los bárbaros dándoles la espaldas – ahora Lucio ….suéltalos !!
La ráfaga de ventosidades fue tan dramática que hasta yo mismo creí desmayarme, los caballos de los bárbaros tropezaban y caían, los de infantería tiraban la lanza para cualquier lado y caían desmayados, entre náuseas y vómitos, en ese momento, les cayeron encima mis tropas … saldo final, no sobrevivió ni un solo bárbaro, nosotros tuvimos unos 10 intoxicados … es obvio.
La gente salió de las aldeas … el ejército nos coreaba …
— Imperator Flátulus Augustus ! Imperator Urodonal César !
Nos proclamaban Emperador y César a mí y a mi hijo, el mensaje llegó al Senado, nos aceptaron y hasta me pagaron lo debido …
Fui Emperador, bueno y justo, por dos años, hasta que fallecí por una leve molestia gástrica.
Pero no entiendo porque no aparezco en los libros de Historia.
A nuestro país, llegan con un “pajeadito” muy particular, muy extranjero con mucha verborrea y muy poca vergüenza, una serie de personajes, expertos en nada y solucionadores de todo (tipo nuestros diputados, pero viniendo de afuera).
De niño nunca fui el más listo de la clase, más bien anduve por el promedio, pero del lado de abajo, me costaba entender cosas … me costaba usar el sentido común.
“Antes, cuando había dictadura, vos sabías quien era el enemigo, porque usaban uniforme, hoy, que ya no hay dictadura, estamos más reprimidos que entonces, aunque a los malos no los distinguimos … todos sabemos que están”. (Charly García).