Resulta que esa mañana Aristóteles (si, el insigne filósofo) amaneció bastante huevón … no le dio la gana de ir a las clases de su maestro Platón, que escupía más al hablar que el diputado Gallegos y de remate le caía mal, tanto así que toda su filosofía terminó basándose en lo opuesto a lo que Platón enseñaba …
Así que se pegó el zafe de su residencia estudiantil en Atenas y se fue a orillas del Río Cephisus, a ver si encontraba alguna doncella lavando ropa para poder volteársela …
No encontró más que un fornido cortador de leña y un burro, así que cambió de idea, se echó en los gramales y se dedicó a la contemplación.
- Mierda – pensó Aristóteles – tengo que dar con algún hallazgo para legarle a la posterioridad, sino voy a perder mi rutilante fama en el futuro y quede tal vez opacado por algún idiota como Jenócrates.
Así de responsable era con su método de investigación científica el mozalbete Aristóteles, recién llegado de Macedonia, a los 17 años, y con más ganas de los placeres de la ciudad que de filosofar …
Así que tres horas después de poner a experimentar con sus sentidos y no ocurrírsele nada, decidió inventar los sentidos, bah …definirlos, que como existir ya existían.
Pero como era una mañana de poco entusiasmo, Aristóteles pensó: “veo con los ojos, huelo con la nariz, toco con los dedos, degusto con las papilas gustativas de la lengua y oigo con mis oídos … uno, dos …cinco sentidos ya está!”
Y dando por satisfecha su jornada, se fue río abajo a ver si encontraba alguna doncella lavandera descuidada…
No encontró ninguna, pero halló al bestia de su condiscípulo Empédocles, quien venía río arriba observando el cielo …
- Que has hecho Aris? – esa manía tan asquerosa de usar diminutivos, pensó Aristóteles.
- Nada, definir los sentidos – le contestó Aristóteles de pasada.
- Ahhhh ya lo hice yo la semana pasada, son nueve …
- Nueve? Son cinco !
- Cuales definiste ? – le preguntó Empédocles.
- Vista, olfato, gusto, tacto y oído.
- Te quedaste corto, y la termocepción? Acaso no sentimos calor, frio, lluvia? Seis –sentenció Empédocles.
- Ahhhh … tal vez – dijo Aristóteles.
- Y la nocicepción? Como sentimos el dolor? Serían siete …. Sentimos las partes de nuestro cuerpo, o sea la propiocepción … ocho, el sentido del equilibrio … sino pasaríamos cayéndonos …. nueve ….y además ….
Aristóteles no podía permitirlo, Empédocles, uno de los alumnos menos aventajado de Platón, le sacaba un considerable margen de distancia en la contemplación y definición de sentidos, si eso se sabía, si corría el rumor, Aristóteles perdería su privilegio en la escuela Platónica y hasta perder su prometido puesto de preceptor del incipiente genio, hijo de Filipo, Alejandro Magno …
- No – se dijo Aristóteles – esto no puede saberse …- y pasando una mano por el hombro de Empédocles, lo fue conduciendo hasta lo profundo del río.
- Además – seguía Empédocles – está el sentido de la sensación de luminosidad, que no es ni percepción ni mecánico, en total son veinte, glub, glub, glub …. – y Empédocles se ahogó en el río mientras Aristóteles le impedía salir a superficie con su pie sobre la cabeza.
Redactó rápido una nota de suicidio por causas amorosas y lo puso entre las ropas de Empédocles, cuyo cadáver pasó frente al leñador y el burro que no le pararon mucha bola, la muerte violenta entre patricios era normal.
Le dio un dracma al leñador, una palmada al burro y se fue silbando una canción despacito hasta la escuela de Platón …feliz de haber descubierto un sentido más ….
…. el sentido de conservación a toda costa.
Le pasamos echando a la culpa al 2020, por el Covid19, las muertes, la proliferación de los caprichos políticos, no como estrategia sino por ignorancia, aunque tendemos a olvidar que los países que tomaron iniciativas al respecto ( que fueron más buxos, pues) terminaron el 2020 ya vacunando …
Querido amo:
Te escribo estas líneas y probablemente te sorprendan, por que como siempre me has subestimado, probablemente nunca pensaste que sería capaz de escribir, y mucho menos de redactarte una carta, pero desgraciadamente ya va siendo el momento de hacerlo.
"La presencia del ombligo en los seres humanos, nos permite saber que no vivimos habiendo nacido de un huevo, por el contrario, nacemos para vivir en un huevo" (Filósofo Usuluteco anónimo)
Hemos logrado descalificar la efectividad de horóscopos y Magos Merlines, Adivinos y adivinadores, encuestadores políticos y meteorólogos, Walteres Mercados y Araujos … el destino de un ser humano lo define la forma de el ombligo !