Soy de la idea de que todos nuestros malos hábitos, que después se convierten en manías obsesivas, que terminan siendo vicios, tienen su origen en las piñatas infantiles.
Y es que nuestros primeros bacanales de perversión y desenfreno, eran las fiestas infantiles de cumpleaños. Nuestro lema de impúberes debió ser algo así : "Sexo, sobredosis y Enrique y Ana".
Por supuesto que no, no había sexo, pero estaba esa cándida mirada que a los 7 años depositábamos en el pronunciado escote de la mamá de Pablito (“esa descarada, sinvergüenza” según escuchaba platicar a mi mamá por teléfono, refiriéndose a la susodicha) que tenía ese estilo de vestir, particularmente en las piñatas, que provocaba que Pablito no dejara de ser invitado a ninguna de las fiestas infantiles de varones … aun cuando no fuera demasiado amigo de nadie, y ya en la piñata se sentara en una silla a contemplar la acción sin participar de ella ...
Gula? Ja ! Sobraban churritos, Cronchis, Tortrix, Yummies, salchichitas que hacían nuestras madres con paciencia ... Todo eso era una verdadera merienda tóxica!
Quizá no había alcohol (al menos para los menores... o yo no me enteré por estar viendo el escote de la mamá de Pablito) pero estaba aquellos grandes picheles de algo que llamaban “refresco” y que no era más que un Kool Aid, Chibola o nada, bien cargado de azúcar y tintes de colores que te dejaban la boca roja toda la semana siguiente. Uno buscaba la Coca Cola, la Fanta etc... Pero se acababan, entonces aparecían las bebidas de marcas baratas... La gente dice que beber alcohol es malo... pero eso es porque no han probado una sobredosis de Chibola o nada con un shock de azúcar que al volver a tu casa, caminabas por las paredes hasta las tres de la mañana.
Las canciones que escuchábamos en los cumples, eran hardcore... eran duras, duras... debieron haber sido compuestas por Kurt Cobain" Cuando era pequeña su mamá se fue, y de tristeza llora en un rincón" "Co co gua gua. Co co gua gua. Co co co co guaaaaa" Claro, Había que estar bajo una tremenda sobredosis de azúcar para divertirse con esas canciones...!
A la hora de romper las piñatas, nos abalanzábamos los niños sobre los dulces caídos para llenar nuestros sombreritos de colores y los padres nos apartaban para juntar ellos los dulces, ahora sé que para rellenar las propias piñatas de sus hijos … el hambre era terrible, hubo un lote de dulces que mi Tío Felipe nos trajo de Dinamarca, que los volví a encontrar en por lo menos siete piñatas posteriores a las que me invitaron … tengo la impresión de que vivimos una infancia de dulces de piñata reciclados.
Los mayores intuían que algo “underground” pasaba en las fiestas de cumpleaños. Y el pastel, en realidad, era una prueba de alcoholemia. "Sopla hijo, sopla!"
Después el payaso desgraciado, que siempre hacía los mismos concursos, entonces los padres lambiscones, para quedar bien con sus hijos, e irse a casa llenos de bolsifiestas, huevos sorpresa o pollitos pintados de verde, sacaban todo su arsenal: cédula de identidad (no había DUI todavía), un zapato, un arete de mamá, un reloj y como el payaso siempre pedía lo mismo como prenda, el tata hijuelmaiz que se sentaba con su hijo, más cerca del payaso, era el que se llevaba todos los premios … así compensaba lo del regalo.
El mismo payaso corrupto era el que nos introducía al mundo de la pornografía, terminado su show:
- Shhhhht pedile a tu papá veinte colones, ya tengo la “Penthouse” de febrero, todavía en bolsa.
Siempre había una niña que nos gustaba, sentada entre las invitadas, y siempre que ponían música para que bailáramos, pasaba lo mismo: la sacábamos a bailar y medía 12 centímetros más que nosotros. Pasábamos vergüenza tres minutos y medio.
Y a la hora del pastel empezaba el problema, discretamente las madres se llevaban sus niños al baño, donde ya había una fila larga y un inconfundible olor a caca, la mezcla de dulce, boquitas, refresco, cigarrillos de chocolate, sándwiches de atún y bombones Boligoma, provocaba un desastre estomacal fatal !
Y así, después de todo esto, de todo este bacanal romano, ya de adulto, he logrado entender por qué siempre teníamos una tía que en plena piñata nos regalaba calzoncillos...
Claro, por si al final de la fiesta no podíamos usar los nuestros.
(Pequeña parodia de las pláticas “de hombres” cuando hablamos de mujeres, claro, sin mujeres cerca).
Querida María Luisa:
Estaba totalmente deprimido por los últimos acontecimientos que la pasaron: una relación amorosa fallida, económicamente estaba muy mal porque fue despedido del trabajo el cual sucumbió a la depresión económica que llego al país,