Es más, un problema, que un favor el que te hacen cuando te regalan una caja de bombones … póngase a pensar, alguien va a Guatemala y te trae que una caja de “canillitas”, pudiendo traerte una botella de Ron Venado, que era todo lo que uno estaba esperando, fácil, se destapa, se compran limones y coca cola en la tienda, hielo y uno procede a disfrutar el regalo con el agasajado …

Van a Nicaragua, y aparte de traerse el chasis del carro apedreado, te regalan una caja de bombones “Momotombo”, pudiendo traerte una botella de Flor de Caña y ahí mismo se comparte y se cumple con el requisito de amistad, familiares y sucedáneos …

Tenemos un problema … algo que todos sabemos que existe pero que nadie conoce lo suficiente: las cajas de bombones. Sabemos que existen, las hemos visto... pero … cuántas llegamos a abrir? Son como el cuerpo humano: Sólo las abrimos si es estrictamente necesario.

No las abrimos porque son un regalo. Ni aunque nuestros hijos nos pidan, rompemos el celofán … y ahí quedan guardados hasta quedar inservibles y hay que botarlos, o sentarse en un plaza a regalarlos a cambio de pla´tica como Forrest Gump. 

 

-          "Amor, ya no queda carne de perro en la nevera, no crees que ha llegado la hora abrir la caja de bombones que te trajo Tía Elvira de Bélgica y tienen como seis años de estar en la refri?"

Qué le vas a decir? que sí?, y si mañana tuvieras que hacer un regalo... y no tenés pisto?

Son un regalo reciclable. Según nos llega la escondemos en un armario... además no es necesario abrirla, hemos desarrollado el oído a tales niveles que simplemente con agitarla ya decimos tate, bombones, al armario; Y allí se quedan hasta que seamos nosotros los que tenemos que hacer un regalo.

Las cajas de bombones ni se crean ni se destruyen, se reciclan.

Cuando nos la dan de regalo, fingimos mucha ilusión. Como si se tratara de algo que nos hace falta, como unos guantes de portero, una caja de herramientas, una camiseta de Messi... un teléfono celular clonado con chip incluído.

Bombones... Ah graaaaacias!!?... Pero mientras te la dan, ya estás diciendo: "esta se la coloco a mi hermana por su cumpleaños"

Las cosas cambian si el regalador está presente. En ese caso estás atrapado, hay que abrir la caja a la fuerza.

El ritual: Lo primero es quitarle el papel con todo el cuidado del mundo. Me tengo que comer los bombones a la fuerza, pero al menos el papel lo regalo.

Somos novatos en lo de comer bombones, nos los comemos con miedo. Le damos un mordisquito... analizamos su sección. No sabemos con qué nos vamos a encontrar.

Es como la ruleta rusa. Todos los bombones son aparentemente iguales y tanto te puede tocar el delicioso praliné, como la temida naranja amarga gratinada.

Qué retorcida mente sin escrúpulos puede inventar ese sabor?!, Naranja bueno. Pero amarga y gratinada ... Pero si la fruta gratinada o fruta seca que le llamamos es lo que sobra de todas las cestas de navidad... Por qué nos empeñamos en meterla dentro de los bombones?

Eso se solucionaría si se les marcara de un modo especial. Como se hace con los de licor.

-          Ojo hijo, no vayas a agarrar esos que tienen la crucita de chocolate arriba, esos tienen licor, te vas a emborrachar …entonces pao – pao ! – decimos a nuestros críos.

Para que? Son los primeros que desaparecen …

Y así, 12 años más tarde, nacidos y con esquirlas de cucarachas, reaparecen las coajas de bombones que nos regalaron en un viaje de una tía veterana y que habíamos guardado, para regalar o agasjar a alguien más … ya inservibles y olvidados.

 

Es que nosotros los humanos, tenemos esa extraña manía de sacar lo bueno sólo para las visitas. La coca-cola, una botella de vino francés (obviamente californiano y chafa) que nos trajeron de regalo de un viaje, la vajilla buena, las galletas danesas, los cacahuetes bañados con miel y ligeramente salados. No es un poco absurdo?

Es como si en un momento íntimo con tu mujer...

… te reservaras el orgasmo por si baja la vecina.