“Estas cosas limítrofes siempre acarrean problemas “, reflexionaba el Sr. Embajador, rodeado por sus colaboradores, abogados y leguleyos ... siempre traen problemas ...
La Prensa fue muy inquisitiva, mordaz, había una multitud de periodistas, cámaras, reporteros, no era un caso simple, era de los que acarreaban ventas de periódicos y rating televisivo, una disputa por seis mil kilómetros cuadrados para una país minúsculo como aquel, al cual el Sr. Embajador representaba, era, mas que un asunto de Estado, un asunto de orgullo nacional.
La Reina Juliana, del país mediador del conflicto, del diferendo, de la “pequeña diferencia de mediciones y criterios” como manifestaba el sr. Embajador ante la gente de la prensa, enfundado en su Armani de corte exclusivo, gesticulando (siempre con la derecha) con ademanes suaves pero seguros, iba a estar presente, por lo cual la locuacidad, la habilidad oratoria del Sr. Embajador ante la Corte, debería ser espectacular.
Y estaba previsto que así fuera, el Sr. Embajador, no permitía ni se permitía un fallo por minúsculo que fuera, ensayos ante el espejo, cuerpo entero, mientras una rubia alquilada, también de cuerpo entero, descansaba, sin entender una palabra, en la gran cama del hotel cinco estrellas plus de la capital de esta nación europea.
Abluciones, gárgaras, miel y jengibre (nacional por supuesto), la garganta perfecta, los espermatozoides en paz, la rubia despachada a tiempo, para tener una noche tranquila, previa a su intervención.
Amaneció de increíble buen humor, hizo cuarenta y dos minutos de aparatos cardiovasculares, se acicaló tal como la ocasión lo exigía, y se fue a la puerta del hotel donde su corte le esperaba.
“... por eso nuestros argumentos, apoyados enfáticamente en el contexto geográfico, tal como lo ha demostrado el destacado Geólogo Dr. Martín Saldaure, y ratificado en el marco histórico, como habrá de verse en un futuro inmediato, son tan solo un pregón de nacionalismo ....”
Podium de acrílico, teleprompter para hacer de cuenta que no esta leyendo sino improvisando el Sr. Embajador, sobrio, de gris negro y corbata azul (sin llegar a lo chusco de usar la Bandera Nacional al cuello, como lo hizo el animal del Embajador de Samoa Occidental), acento claro, en inglés, perfecto, palabras en alemán, acotaciones a Goethe, para impresionar al presidente del jurado, un veterano prusiano de quien el Sr. Embajador ya había investigado que Goethe era su autor de cabecera ... todo planeado.
Nuestros contrincantes, o sea el país vecino ya se daba, simplemente por derrotado.
Pero... “estas cosas limítrofes siempre acarrean problemas”, por alguna razón, una imperceptible picazón, comezón, comenzó a instalarse en un área incomoda del cuerpo del Sr. Embajador, si... pero del lado del frente.
El Sr. Embajador lo sintió, no le hizo mucho caso, pero la picazón volvió diez segundos después, más intensa, en el izquierdo específicamente...
El Sr. Embajador hizo una pausa, movió un poco las piernas, se pasó las manos por el pliegue del saco, un gesto que nadie entendió, ni siquiera él mismo, ya que el problema estaba más al sur, pero recuperó su dignidad, su porte, su garbo, sonrió y zas ! Otra vez!
“Una pulga?” pensaba “Algún regalito de la rubia de anoche ?”
“Que marca de preservativos había usado?”.
La pausa se extendía y el jurado se preguntaba por que tanto dramatismo de parte del Embajador, que se apurara, suficiente pausa, vamos a los argumentos!
El Embajador tomó una vez mas la palabra, dijo tres monosílabos y volvió intenso el escozor y ahora en el derecho también, el podium era de acrílico, como rascarse? Como disimular?
Había perdido concentración, la Reina Juliana lo miraba, el bando rival se desesperaba pero dentro de un interno regocijo.
Intentó una vez mas reiniciar, pero el teleprompter había pasado dos párrafos en la pausa, que no lograba recordar si había leído o no, comenzaba a sudar, a pesar de que el nórdico país estaba a dos grados bajo cero a esa hora cercana al mediodía... Temblaba ... Iba a pedir disculpas cuando recordó que eso jamás lo hace un orador, zacate ! Otro pinchazo, mas fuerte, mas radical y no poder rascarse!
El auditorio empezaba a murmurar... el aplomo estaba perdido.
Entonces, la reina Juliana, candorosa descendiente de Hasburgos y Borbones por ambas ramas, materna y paterna, se inquieta, ella, la soberana, admirada y querida por todo el país... madre ejemplar, monarca sin tacha, quiere inquirir por el estado del Sr. Embajador y su inquietud y tímidamente, se acerca a su micrófono y pregunta
- Was fehlt Ihnen ? – “Sucede algo malo?”
Y en ese momento, en ese preciso instante, cuando la hasburgoborbona, con su candidez natural y sin otro afán que el de ayudar en esa ocasión tan solemne y digna de su investidura trataba de evidenciar su simpatía al orador en cuestión ... en ese momento, dado el incomodo silencio del embajador, en ese momento ...
... el Sr. Embajador, extendió su mano a la entrepierna, sutilmente, para ver si lograba rascarse ... pero no hubo sutileza en el sutil gesto ...
Nuestras relaciones diplomáticas con el nórdico país mediador se fueron al traste, tomaron infinidad de visitas diplomáticas, mediaciones de Naciones Unidas, Unión Europea y otras uniones, intercambio de diplomáticos, ruegos diversos ... medio suavizar la situación.
Perdimos los territorios en litigio, la prensa de todo el mundo lo convirtió en titulares y la foto del Sr. Embajador con la mano en la entrepierna, agarrándose su masculinidad con un ligero gesto de alivio, una sonrisa irónica mientras miraba a la reina, fue imagen vital, ultra viral de Internet y periódicos del mundo entero.
Del Sr. Embajador nunca más se supo nada... fue llamado al país de regreso, pero no volvió, se dio a la fuga, algunos dicen que lo han visto camuflado en una tribu herbívora de Papúa Nueva Guinea ...
Pero la verdad es que el país entero espera su regreso ...
Nadie sabe bien si para felicitarlo... o agarrarlo a patadas.
Estoy pensando seriamente, porque me hace mal, porque me duele, porque me obligas a usar máscaras, y aparecer sonriente, digo ..estoy pensando seriamente dejar de quererte.
Tu piel y toda la belleza que encierra
duerme desnuda, esta noche
entre las sábanas de mi madriguera.
El desarrollo de los tiempos, nos va tratando a las patadas, es un caso muy complicado, el sentir que no pertenecés a nadie, ni a ningún lado; me costó trabajo entender, en definitiva, que en nuestro país la polarización no se basa en “Yo soy derecha” y “Yo soy izquierda” (conceptos que quedaron obsoletos en los 80s) no basta con apoyar una “x” tendencia religiosa, por decir algo, hay que también detestar a “y” o sea la tendencia opuesta …