Visitamos al protagonista de esta historia, en su hermosa casita del barrio Santa Anita, nos valimos de nuestra credencial de periodista para poder acceder a esta entrevista …(fue entrevista?).
Don Eduardo, de 96 años, se mostraba súper feliz de haber podido compartir tantas horas de compañía de Faustino, su nieto. “Vi su foto, apreté la pantalla y se hizo la magia… lo que es la tecnología … Le conté de todo! es la primera vez que mi nieto me presta tanta atención seguida, tendrías que haberlo visto estaba concentradísimo en todo lo que le contaba, ni parpadeaba. Cuando le conté lo de la Fermina, su abuela y nuestra historia de amor, se quedó mudo!”
“Yo aconsejo a todos los salvadoreños a hacerlo, y a los de mi edad, les diría que pierdan el miedo a la tecnología, aunque parezca complicado, es una verdadera idiotez, y en esta cuarentena ayuda a mantenerse conectado.”
“Es una tontería, prendés el celuliche y ya tenés a tu nieto esperando a que le cuentes cosas”. Declara convencido mientras nos muestra una imagen de su nieto en la galería de su celular.
Compartimos una agradable charla con Eduardo, quien compartió con su nieto y nosotros un poco de su historia:
“ Escuchame pedazo de vago ! (a su nieto) Has levantado una bolsa de cemento alguna vez? . Así empecé yo, lomeando cemento, los jóvenes de hoy en día no saben nada. Tampoco están teniendo mucha suerte, eso es verdad, porque entre la crisis y lo de ahora…
Me das a elegir Tino, mi nieto y casi que prefiero lo que había antes. Porque trabajábamos a rompeculo, pero no había hambre. Cuando digo que trabajábamos ‘rompeculo’ lo que quiero decir es que trabajábamos dos jornadas, eso es lo que significa.
La palabra ‘rompeculo’ viene de eso. Primero trabajabas en un sitio y luego, fuera de eso, trabajabas en otro sitio.
Y por aquel entonces los cipotes de tu edad, Tino, nos las sabíamos todas y no había sexo por internet, sino que tenías que estar a lo que tenías que estar. Y que me gustaba a mi? Pues a mi me gustaba la mujer del señor Ramón, que una vez… mira, una vez me la… O sea, me hizo una… una … me manoteó el ganso.
Y convenció a su esposo Don Ramón que me diera trabajo más estable …
Me mandó a Guaymango a trabajar, pasaba fuera de San Salvador dos meses enteros, lloré un montón por las noches porque echaba de menos a tu abuela. Porque, claro, yo entonces ya era novio de tu abuela. No muy novios pero sí un poco. Fue con las cartas que nos escribíamos cuando nuestro amor, nuestro cariño, empezó a fortalecerse.
Y yo, fruto de aquel enamoramiento un poco adolescente pero muy honesto, le hacía promesas: que si cuando vuelva nos casaremos, que si cuando vuelva nos compraremos un coche, que si seré banquero, que si tendremos una casita en la playa, que si viajaremos por todo el mundo y visitaremos Roma. Se puede ser más feliz? No se puede. Bueno, sí se puede, me gustaría que tu abuela siguiera viva, claro.
No obstante, y así te lo digo, cuando uno llega a mi edad comprende que las cosas con como son. Tu abuela fue inmensamente feliz a mi lado. Yo la traté como a una reina… Ahora me emociono pero estuvimos haciéndonos bromas hasta el último día. ¿Hay algo más bonito que eso? No lo hay… La vida al final se compone de esos pequeños momentos que uno atesora en el recuerdo. Nada, tonterías de enamorados porque luego, por hache o por be, no pude cumplir ninguna de aquellas cosas que yo le escribía en las cartas.
A tu abuela no le importó porque siempre fue una mujer comprensiva y porque no fuimos ambiciosos. No somos como los jóvenes de ahora, que no tienen idea de escribir una carta ni nada … me oís cipote dundo? Ni idea de nada, ni de política, ni de mandar rosas, ni de tratar con respeto y cordura a los demás, cabecitas de aire, creen qur todo es bailar, y cantar y “strimin” y redes sociales … no me jodas Faustino !!
Y porqué no me estás respondiendo nada? ¿te vas a quedar así con esa cara toda nuestra charla? No soy tu puto bufón entreteniéndote. ¿Te crees que soy el jodido Netflix, hijo de la grandísima? No estoy aquí para distraerte. Si no fuera porque estamos hablando por el móvil te abría cabeza de un sopapo por payaso. No vas a decir nada? Ahora me miras como si fuera imbécil o qué?
Los jóvenes de hoy en día no saben nada y me hacen enfadar. Callate! No digas nada, como me contestés, te reviento, mocoso”
Nos fuimos en silencio, quedito, mientras Don Eduardo seguía hablando a cantaradas y ráfagas sin interrupción …
…. a la fotografía en formato jpg. de su nieto
” Lo sucedido es un aviso. Olvidarlo es un delito. Fue posible que todo eso sucediera y sigue siendo posible que, en cualquier momento, vuelva a suceder”. Karl Theodor Jaspers
Supe la historia, de esta abuela …abuelita de 89 años, que alcancé a conocer en algún país del sur.
Una hermosa mañana de abril, por una callecita de la ciudad, Lucas se cruzó de frente con la mujer perfecta. Tendría unos treinta años, igual que él. No era particularmente hermosa, ni tenía nada especial, pero a quince metros de distancia supo con certeza que esa mujer era perfecta para él.
A mí que no me den garabato, me enteré que viene a El Salvador, cual que hacer un show para una compañía de teléfonos ! Esa es la pantalla … viene a buscarme !