Mi nombre es Horacio, Ingeniero químico, tengo 43 años, y soy un absoluto tacaño …además de fanáticamente soltero. No sé si lo uno lleva a lo otro, o lo otro nos lleva a lo uno ….
Nunca soporté eso de pagar tanto por los noviazgos, por las salidas, por conocer a los familiares, invitarlos a cenar, regalos si la mamá de ella cumplía años etc, etc.
Tinder explotó y se convirtió en la salvación a mi bolsillo, si soy un ahorrista empedernido, ahuachapaneco pueden decirme también, pero considero que “andar de novios, casarse” es un gasto, a esta altura de mi vida.
Lo acepto, soy muy tímido al desprendimiento del dinero y en esta tierra del sol y los productos importados, todo es costoso. Hasta una simple botella de agua mineral, en un restaurante, te la cobran como si fuera una casa del Fondo.
Encuentro horroroso para mis finanzas, es el hecho de ir a cenar a un lugar sofisticado, pagando fortunas por algo que quizá, termine en la nada. Es mucho el riesgo monetario, ni hablar visitar una bodega para invitarla a un buen añejo Vino malbec que te ayude a que “la noche termine en algo”.
No obstante, para estos casos, siempre uso en Tinder, mi frase defensiva y honestamente brutal:
«Esto no es Instagram, acá buscó pasión y no las cursilerías de los noviazgos, con todo respeto para aquellos que encuentran en la aplicación amistad, compañía, su medio corazón o la razón de sus vidas.”
Al descubrir el poder “tindereano” mi vida económica cambió for ever, fue el verdadero clic. Conocí un mundo de pasiones desenfrenadas con costo cero, de sexo sin gastos, sin complicaciones ni bombones … pero con riesgos.
Amarnos un buen rato dejando lo encarecedor de lado, dándole valor solo a lo que me gusta, aliviar el deseo sin pensar en un futuro, fumando solo el presente, esculpiendo momentos perfectos, comiendo del fuego de nuestras miradas y bebiendo del sudor de nuestras carnes conjugadas.
Bendito sea el creador de esta tremenda tacañería, de esta maestría sin inversiones, de esta aplicación sin fines de consumo!
Recomiendo fervientemente esta red social, si sos mezquino. Allí se te alinean los planetas de la austeridad, si jugás bien tus fichas podrás dominar el arte del amor pasional no material, de hallar amantes sin colgantes (de esos colgantes caros).
Perdón me puse en modo fanático de lo que considero mi estado civil. Pero vayamos a lo estrictamente conmovedor …
Corría un cálido día de noviembre, el exacto match desencadenó en mí una revolución hormonal, una corriente de vigor me electrificó por completo, venía de mala racha y la protagonista de este post de Tinder aparentaba ser quien rompiera la desalineación planetaria.
Allí estaba ella, una morena digna de ser apreciada, cabellos negros, sonrisa de publicidad dental, figura atlética y sensualidad equilibrada, con esto me refiero a que no mostraba un estilo provocador ni tampoco superficial o "plástico"
Como suele suceder en estas aplicaciones, el poder de la escritura es un 70%, por más que seas un seductor nato en las calles. En Tinder si no colocás bien tus letras, las líneas precisas y el humor sarcástico es una remada en el lodo.
La charla virtual fluía de la mejor manera, la química se trasladó al teclado, los textos se fusionaron como besos, todo parecía mecánico, constante y verdadero. Después de unas semanas de desmenuzar nuestras vidas, se produjo lo inevitable, la tan ansiada salida «tindereana».
El lugar de encuentro fue un café, llegué unos minutos antes para marcar el terreno, elegí un rincón, una esquina aislada de la concurrencia. La privacidad y el ambiente es clave a la hora de cerrar el “asunto”, perdón a la hora de cerrar la salida.
El tiempo se detuvo, el aire se espesó, la mujer que había entrado en mi cabeza por semanas irrumpió con su andar firme y seguro. Bellísima !
Pero antes quiero contarles sobre el último chat, el que presagiaría el desenlace de esta salida, “ella”, la cual no nombraré porque no recuerdo su nombre siquiera a esta altura, escribió textual: “Yo soy muy distinta personalmente, muy tímida, exageradamente tímida.”
Prosigo con el relato, ya en el café, mis palabras se fueron juntando, mi oratoria no paraba de cubrir huecos. Silencios extremos se formaban una y otra vez ante una mujer que no emitía palabras, “era una perfecta monosilábica”.
Su risa era una mueca, la timidez la bloqueaba por completo? Mi entusiasmo, las ganas, la expectación y las ilusiones se fueron al mismísimo diablo, todo lo devoraba su mutismo absoluto.
En un intento por escuchar su voz, le digo:
“A partir de ahora me tomo el café con tu presencia ausente, yo no hablo más, pregunta lo que quieras”, a esa altura no entendía nada. Sin pensarlo me dediqué a comer unas medialunas pausadamente, con la esperanza de que llegara “la pregunta de tres palabras al menos”. No obstante sus cuerdas vocales permanecían petrificadas.
Ante la inesperada situación, ni bien vi al mesero, rompí mi huelga de silencio con un “la cuenta, por favor”.
Me levanté con la desilusión materializada y la frustración hecha carne. No tuve otra alternativa que desaparecer y abandonar a ese “montón de ganas” que me había convertido aquella auténtica silenciadora de momentos …
Al marcharme, me volteé a verla, era muy linda …
- Nada más que decir – me expresó – así como vos, sos un empedernido ahorrador de centavos, yo soy una pertinaz ahorradora de palabras …. Cuando no hay nada que decir, o algo no vale la pena ni siquiera para ser dicho.
Y el silencio de mis tonterías, de mi ufana estupidez y abyecta egolatría, cayó como un yunque de hierro sobre un piano Wurlitzer recién afinado (de los caros ...)
El Salvador, país nuestro querido, vive un tiempo de polarización que además de ser absurdo, carente de argumentos, simplista, berrinche de niños bochincheros … es insoportable.
Cualquiera que se tome el trabajo de revisar la historia de nuestro glorioso Luis Ángel Firpo, pero hacerlo en serio, no a la ligera, nada de revisaditas de Wikipedia, sino nuestra verdadera historia