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bebé del acompañamiento de la prostituta o azúcar que miente en cama con las piernas largas y los tacones altos atractivos 144028716Carlos y Cristal, ambos totales novatos en la materia, novios desde casi niños, llegaron al motel media hora antes de lo que ambos habían planeado.

 

La habitación que alquilaron era un diminuto departamento de dos plantas: abajo un garaje cerrado donde estacionar el auto, y una pequeña recepción con unas escaleras empinadas; y en el segundo piso estaba la cama y el baño, en donde Carlos entró para terminar de prepararse tranquilo.

Cristal lo esperaba sentada en la cama, y, para sorprenderlo, completamente desnuda solo con su lencería especial, pero con los tacones aún puestos, lo había visto en alguna porno por ahí. Cada tanto cambiaba de postura, buscando el ángulo perfecto entre el erotismo y la comodidad.

23376758 hermosa mujer en ropa interior y tacones acostado en la cama teñido imagen en blanco y negro 1

 

Sentía muchísima confianza, pero no la suficiente, aun cuando hasta ahí todo salía como ella habría querido. Todo parecía estar en su sitio, pero ella sintió que no podía quedarse con el culo quieto en la cama sin hacer nada. Algo faltaba, una ausencia o un futuro problema que ella no podía adivinar y que le tensaba los músculos como lo hacen los animales cuando quieren ladrar. Sudando ansiedad, se levantó de la cama y fue hasta las escaleras.

"Necesito un dulce, un chicle,– pensó, y bajó tan apurada a buscarlos que uno de sus tacones patinó con el escalón de cerámico y terminó rodando por la escalera.!

Desde el baño Carlos escuchó el golpe y salió corriendo, asustado de que se tratara de una explosión o que hubieran golpeado la puerta para asaltarlos. Vio la cama vacía y luego de asomarse por la barandilla a Cristal en el suelo, en ropa interior, con tacones y con el tobillo hinchado y rojo como un melocotón.

un pie azul e hinchado con fractura del tobillo 135461184

 

Carlos bajó dando gritos de miedo, y ella trataba de calmarlo con palabras suaves y moviendo el cuerpo para que entendiera que solo era una simple lesión y no una condena de muerte, que había bajado a buscar unos dulces y tropezó, nada más.

Pasado el shock, Cristal pudo enfocarse en ordenar un poco el desastre: lo primero, nada de ambulancias.

-         ""Carlos, escúchame, me muero de la vergüenza si tengo que salir de un motel así y con las sirenas de la ambulancia encendidas, andá tráeme la ropa por favor."

Carlos sería el encargado de manejar y ella se sentaría en el asiento de atrás como su pasajero, con las piernas estiradas y la espalda contra una de las puertas. Pero Carlos no era un buen conductor, igual de lento como rápido para los cambios y frenadas según su desesperación o la de Cristal.

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Ella intentó ubicarse, pero desde el asiento trasero todas las calles parecían el mismo callejón oscuro y vacío. Comenzó a llorar y no por el dolor sentía en su tobillo: confesó sin decirlo que se sentía tan torpe como para tropezarse en las gradas de un motel.

-          -  Querés que ponga algo de música? El Hospital queda lejos.- Preguntó Carlos.

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Al principio Cristal no respondió, irritada por lo que creía era la proposición más fuera de lugar que alguien pudiera hacer en su vida. Carlos se ubicó por algunas calles, y luego de un minuto en silencio y sin que ningún de los dos cruzara mirada, ella pidió un cigarro y un encendedor.

"En la guantera hay varios discos de Pink Floyd, Ponete el del triangulito- dijo con el cigarro en la boca"

Un poco más calmados y sin apuro, hablaron por primera vez en la noche de algo que no fueran excusas para no guardar silencio: charlaron acerca de ellos, sus noviagos de infancia, de lo diferente de esa Cristal con tacones en un motel,a la adolescente de la que Carlos se enamoró viendo jugar basquetbol en tenis, en la cancha del Parque de la Miramonte.

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Finalmente llegaron al centro de la ciudad. Como Carlos se ubicaba con mucha más facilidad llegaron al hospital, tuvieron que interrumpir una interesante charla sobre la utilidad de las mentiras, y Carlos insistió con llevarla en una silla de ruedas: primero por su seguridad, y segundo porque encontraba muy chistoso entrar así a una guardia.

Los médicos fueron claros y sencillos al comunicarles que padecía una fractura de tobillo. Prescribieron dos meses de reposo, una férula y muchísimos calmantes, y al salir del hospital ambos decidieron disfrutar un poco más del amanecer desayunando unas grasientas hamburguesas de queso y con papas fritas. En el viaje de vuelta Cristal volvió al asiento trasero, pero esta vez decidida a disfrutar de la hermosa ciudad amarilla y rosada que brillaba por su ventanilla.

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Al llegar a la casa de Cristal, ella invitó a Carlos a pasar adelante

-       Mis padres no están ni van a estar todo el fin de semana podemos dormir juntos hasta que podamos o queramos despertarnos.- Dijo Cristal.

Ambos encontraron muy gracioso que la casa fuera de dos pisos, y luego de unos incomodos minutos donde Cristal trató de subir sola las escaleras, Carlos la subió a sus brazos y la llevo hasta su cama como lo hacían esos hombres altos y con vaselina en las viejas películas de Hollywood.

 

 

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