La vida es una continua espiral, y nuestras propias vidas, no hacen más que comprobarlo ...
Cuando siglos atrás, ambos, tu y yo, éramos parte de la tribu de Indios Guaraníes, sumergidos en lo denso de la selva del Chaco, antes que los españoles nos colonizaran, aprendimos que querernos tenía sus bemoles ..
Claro, no era tan fácil, tu eras la esposa del cacique Nandupay, todopoderoso guerrero guaraní, con un liderazgo de dos décadas que nadie se atrevía a refutar y yo ... bueno, yo era un simple guerrero, fiel a Nandupay, pero secretamente enamorado hasta las plumas ... de ti ...
Y luego de cruzar tantas veces miradas, y hablar cuando lo oscuro de la selva nos lo permitía, un día nos fundimos en un abrazo de solidaridad, tu de soledad y desesperanza y auxilio y yo ... de pasión, anhelo y ganas de protegerte, y supe que tal vez estabas más sola de lo que yo creía y tu descubriste que estaba aún mucho más solo de lo que jamás hubieras imaginado ...
Y un mediodía de sábado (que todavía no se llamaba así ese día, para nosotros era día de plenilunio, nada más) bebí tus lagrimas, cada una de las que llorabas y supe que este guerrero guaraní no te era tan indiferente como tu jamás lo habías sido, mi Diosa ...
Pero no nos era factible expresar nuestro amor en público, ni abiertamente, Nandupay era feroz e implacable y hubiera sospechado a la primera palabra.
Entonces tuvimos que inventar nuestra propia forma de amarnos, con la complicidad de la selva, nuestra propia forma de decirnos te quiero, con la complicidad de nuestra lengua guaraní ...
Rojaiju - te dije un día viéndote a los ojos.
Que ??
Rojaiju - esa será la manera en la que te diré "te quiero" cuando todos estén presentes, y nadie sabrá qué es lo que te estoy diciendo, porque sólo tus oídos sabrán escuchar rojaiju, y tu mente sabrá discernir rojaiju ... Será nuestro código.
Rojaiju - me dijiste tu - y unimos nuestros labios por ultima vez.
Días después, estábamos en cruzada contra los Cachiqueles del sur de la meseta, Nandupay iba al frente, pero los Cachiqueles eran temerarios y nos batieron en retirada, a duras penas llegamos hasta el río Paraná Guazú que separaba nuestro pueblo guaraní del cachiquel, el río estaba revuelto, pero con la ayuda de los guerreros logramos pasar armas, caballos, bestias de carga, el penúltimo en pasar fue Nandupay, el último era yo ...
Tú estabas en la otra orilla del río, como corresponde a la esposa del cacique, esperando su regreso, pero tal vez, no se ... secretamente, esperando que yo también pasara el Paraná Guazú.
La lanza cachiquel me agarró de flanco y me tiró al agua, que empezó a pintarse del color de mi sangre, con muy pocos bríos, traté de llegar a la orilla, pero fui presa de un remolino ... Con lo que me quedaba de aire, grité mi palabra postrera ...
Rojaiju !!!!! - y fue un estertor último agónico, pude ver tus ojos que me miraban, pero no había forma de luchar con el remolino, y éste me llevó hasta el fondo ....
Los peces que estuvieron conmigo, me dijeron que te vieron susurrar rojaiju, enfrente a toda la tribu atónita y aún días después, llegabas a la orilla, y decías muy bajito "rojaiju" como para que yo te escuchara ...
Y fuimos leyenda, hoy todos los paraguayos de ascendencia guaraní cuando quieren decir en su lengua nativa "te quiero", dicen ... rojaiju.
Pero la vida es una continua espiral, y nuestras vidas, después de varias reencarnaciones, no hacen más que comprobarlo ...
Se que mañana temprano, al verte, de nuestros labios saldrá la palabra para dejar constancia de que ese día también hay afecto y sentimiento presente, así como hace seis siglos ...
Y te diré muy bajito, sin que nadie escuche ...
Rojaiju ...