Entonces fijó su mirada, punzante, en mis ojos, ocultos los de ella tras esos anteojos que le daban ...que se yo, un aire de bibliotecaria ...
- Decime que va a pasar, sí o no ...? - insistió Laura.
Nos conocemos casi desde niños, de compañeros de escuela y coincidía que mis padres conocían a los suyos, se visitaban y nos llevaban de una casa a otra, pero rara vez hablábamos, siempre me pareció más avispada que yo y demasiado despierta para su edad ... yo era más el callado de la clase. difícil de destacar en nada.
... Pero era insultantemente linda.
Creo, que empecé a quererla, unilateralmente, desde el primer momento que la vi.
De aquellos encuentros preadolescentes, un fin de semana, nos fuimos ambas familias a las montañas a pasear, Laura y yo, caminábamos entre riachuelos y bosques, descubrimos una pequeña gruta y con mucho de misterio y sigilo nos metimos a explorar.
Minutos después, y tal como pasaría años más tarde, Laura fijó su mirada, punzante, en mis ojos, ocultos los de ella tras esos anteojos redondos ....
- Dame un beso - me dijo.
- Un beso? Y porque? Yo ... balbucea a
- Porque lo necesito - me dijo Laura.
Y sin más explicaciones unió sus labios a los míos, abrió mi boca con su lengua ....era mi primer beso, pero Laura tenía vasta experiencia.
Fue repugnantemente delicioso, después de despegarnos, ingenuo, le pregunté ...
- Y ahora que ... Somos novios?
- Novios? Yo no necesito un novio, necesitaba un beso.
Laura se fue a estudiar a la capital, yo llegué un par de años después, casi no nos reconocimos, ella era una Venus de marfil, yo era un adolescente impregnado de espinillas.
Además estaba Javier.
- Javier es mi novio - me presentó Laura, estudiaba derecho como ella y mi carrera, junto a la Facultad de Arquitectura estaba en el otro extremo del campus, así que nos perdíamos de vista por algún rato.
Aún así, nos veíamos seguido y éramos buenos amigos, cada vez que había lío con Javier, llegaba a llorar a mi apartamento.
Nunca hablábamos de mi, todo giraba en torno a ella, era el Sol de Galileo, y yo simplemente le seguía la conversación, era como un maniquí para ella, pero extrañamente, si tenia un problema o algo la atormentaba, siempre se refugiaba en mi ...
Se graduaron de abogados, se casó con Javier, cómo duración promedio de estos matrimonios, empezaron con problemas a los tres años.
Entonces sus vistas a mi apartamento, su refugio, fueron más frecuentes, yo la escuchaba horas enteras, la dejaba desahogarse, hacía un par de sugerencias de las clásicas ... regresaba con otros problemas la semana siguiente.
Siendo ambos abogados, Laura y Javier se divorciaron de seguro bajo el Código de Hammurabi y se acabó.
Pasaron meses, hasta esa noche.
Una vez más, su mirada punzante sobre mi, sin titubear me dejó su frase lapidaria
- Nicolás, quiero que me hagas el amor ...
La miré, tratando de encontrar donde se escondía la broma y terminé, como siempre, preguntando por qué...
- Porque lo necesito ... porque soy una mujer sola, sin pareja que no quiere compromisos ni riesgos con nadie, y en vos puedo confiar ... En quien más sino en vos. Asi que quiero tu repuesta, sí o no ...
Entonces fijó su mirada, punzante, en mis ojos, ocultos los de ella tras esos anteojos redondos...
Y la amé, con la delicadeza y ternura del enamorado, con el respeto del amigo y la fuerza y fuego del hombre, entre gemidos en voz muy baja, susurros, silencio de conspiradores, como que nos escondieramos de alguien ....
A la mañana siguiente ya se habia marchado y desapareció unos días, volvió, fuimos a cenar, volvimos a hacer el amor, recuperó la sonrisa ...
Una noche, ayudándola a subir las gradas de un cine con película ya empezada, la tomé de la mano, y simplemente no la solté ....
En la oscuridad sentí su mirada sobre mi rostro, pero no dejé de ver la pantalla, apreté su mano un poco más...
- Porqué? - me preguntó Laura - porque me tomas así de la mano ?
Y en ese momento, veinticinco años reprimidos entre mi corazón y mi garganta, soltaron un nudo que pensé jamás revelaría y le contesté claro y seguro ...
- Porque lo necesito ...