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vaqueros y caballos en dibujos 3

Desde Ereguayquín hasta Jucuapa, desde Jiquilisco hasta Berlín, en las cantinas ultra lempinas de Oriente, se sigue contando la historia, de vista y oídas, de quienes si la vieron y quienes la oyeron, de Mononucleosis Esperanto Gutenberg, hombre de campo usuluteco con apellido de inventor de imprenta.

El tal Mononucleosis, era casado con María Amígdalas Turcios, mujer más fea que el recientemente inaugurado monumento, pero en la febril imaginación, fantasía soñadora de Gutenberg, ella era una princesa, por lo tanto no merecía vivir en ese rancho, así que dispuso construirle un castillo.

Con ayuda de los amigos, que los tenía Mononucleosis y en cantidad, y con préstamo e hipoteca de banco, se dispuso a construir el castillo, que le estaba quedando de toque … de lejos venía la gente a mirar aquel castillo que surgía entre el caserío Jocote Dulce y Cantón El Talpetate.

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Hasta que se quedó sin pisto, entonces vinieron los del banco, arrasaron con tierras, castillo, tractor, semillas, gallinas y todo lo embargable y de paso se les unió María Amígdalas, que ya no toleraba vivir con las extravagancias del marido.

-          Ahí te dejo con tus locuras y si te he visto … no me acuerdo. – le dijo a modo de despedida y quiso cerrar de un portazo, pero los del banco ya se habían llevado hasta las puertas.

Mononucleosis se imaginó rápidamente que un príncipe rival se la había llevado, y debería recuperarla, pero ya habría tiempo para eso, más adelante.

Días más tarde, iba cabalgando a trote lento, mirando para el suelo, cuando divisó una piedra de regular tamaño y enseguida se imaginó que era un pajarito que había caído de un nido, la levantó, la acarició para el lado del plumaje y se fue a la cantina del pueblo.

Al llegar, pidió un octavo de Trenzuda y lo fue bajando lentamente con limón y boca de jocote, puso la piedra sobre el mostrador y le piaba “pio, pio” muy suavecito.

 

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Reginaldo Escabeche, uno de los habituales clientes de la cantina, se le acercó y le dijo

-          Mire Don Gutenberg, todos lamentamos lo del castillo y la pérdida de la doña, pero de ahí a imaginarse que esa piedra es un pájaro …

-          Vea Reginaldo, es un pájaro herido y se acabó! Y allá afuera hay un camino que me parece que lo está llamando, atienda por favor …

Palabras más, palabras menos, Reginaldo y otros más que se acercaban fueron siguiéndole la corriente a Mononucleosis, a tal grado que el gato de la cantina se descolgó desde las vigas para ver qué demonios era esa piedra a la que le prestaban tanta atención.

Ludovica, la dueña de la cantina, sacó una caja de zapatos, le hizo unos hoyos y colocó la piedra dentro … le explicó a Gutenberg que era para que respirara y no pasara frío, todos estuvieron de acuerdo y decidieron dejar descansar al pichón para que se recuperara.

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Como a las tres horas, todos ya bastante borrachos, Régulo Sarnoso, sin saber de qué se trataba, de metido nada más, vio la caja y sin saber que era, le levantó la tapa. Y ante la mirada etílica de todos, un hermoso pájaro salió de la caja, y salió tranquilamente volando por la ventana ….

-          Disculpe Mononucleosis, no sabía que la caja era suya y lo que tenía adentro – dijo avergonzado Régulo.

-          Tranquilo Régulo … se ve que no era pájaro jaulero …

Y le pidió otra ronda a Ludovica, él invitaba.

  

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Éramos de los más cuadrúpedos y felices, homínidos de cuarta categoría que nos apareábamos una vez al año para efectos de procreación … nada más!

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Querido Baldomero:

Perdóname si no te he escrito antes, pero debo de serte sincero, no he tenido mucho ánimo de tomar el lapicero y hacerte llegar nuevas mías, porque de hecho no hay nuevas…

 

Perversamente encantadora…

 

 

  

Es exactamente lo que un hombre como yo

no necesita

la negación de mis afirmaciones

el “nunca jamás” de las condiciones

de mi madre:

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