“No es fácil ser adolescente en este país y en este siglo” – pensaba Edipo, tirado en la cama de un motel de Nueva York, pensando en un fortuito contacto sexual para más tarde ...
Vio su rostro avejentado en el espejo ...
- Mierda !! ... y este soy yo ?
Vida agitada, cuando nació, en el seno de una familia bastante acomodada, su padre, empleado gerencial de una petrolera, muy dado a las ciencias ocultas, tuvo una revelación en una sesión espiritista ...
“Ese hijo tuyo, el que te acaba de nacer ... será quien te asesine”.
Sumamente preocupado, el papá de Edipo, planeó hacerlo desaparecer ... se dijo que no podía confiar en que viviera en su casa, el infante-hombre que habría de quitarle la vida ... Cómo explicárselo a su esposa Yocasta ?
No .. mejor no le explicaba nada.
El plan del secuestro fue fácil, una banda de fieles lacayos de movidas sucias e incertidumbres diversas, buenos para actuar de noche y por plata se encargaron de hacer desaparecer al crío. Después de pasearlo por diversas calles de ciudades sin nombre, decidieron dejarlo tirado muchos cientos de kilómetros al norte, en una callejuela sucia del Bronx, Edipo no tenía ni dos años.
Yocasta y su esposo pasaron días de incertidumbre (concreta la de ella, fingida la de él), meses de nostalgia, lustros de olvido ...
Una fotografía del recién nacido coronó la chimenea durante muchos años, la llegada de dos niños más ayudó a olvidar a Edipo ... parcialmente.
Edipo creció como paria en las calles del Bronx, único blanco entre tanto mestizo y gente de color, se ganó la vida como pudo, fue un delivery boy para cualquier negocio o ama de casa del área.
Así se involucró con un par de señoras de casa que quedaban solas a la hora del trabajo de sus maridos, les atendió “efectivamente” en sus ausencias ... lo hizo bien y “efectivamente” le comenzaron a retribuir sus húmedos favores …
Eso de ser amante a domicilio, le reportaba lo necesario para pagarse la cuenta de hotel y un par de lujos como los cigarrillos, y renovar ropa interior, tan necesaria para estos casos.
- Mierda ... y este soy yo ?
El “Times” de ayer, robado en una mesa de un bar donde había quedado abandonado, le sirvió para disipar sus angustias existenciales, alguna noticia ?
El presidente de la Petrolera Premium de Texas, Mr. Layo Conrad Stembaum visitaba la ciudad para dictar conferencias sobre el suministro autónomo de petróleo para USA en caso de ruptura con la OPEP y los países árabes, otra vez perdieron los Mets ...
La llamada cayó a su teléfono móvil, en lo que desayunaba en una cafetería, clienta ... nueva ... la había recomendado Ms. Crowley, un acento diferente ... no era de Nueva York, importaba un corno de dónde fuera la susodicha con tal de que estuviera al tanto del costo y las implicaciones ...
Sí ?
Ningún problema ...
En el Four Seasons ya lo conocían, aparte Edipo tenía un porte greco altivo, no era como los otros “call boys” latinos que hasta apestaban a perfume barato que usaban para tapar la hedentina de sus propias miserias para venderse por veinte dólares ... No, Edipo jugaba en otra liga.
Era una enorme matrona tejana, típica, madura, aun apetecible, abandonada por su marido, en viaje de negocios ... algo raro en la mirada de ella, algo raro en la mirada de él ...
- Te ofrezco algo de tomar ? – preguntó la Sra.
- Un whisky ... por favor – Edipo ya había visto la botella de Chivas a medio empezar y el aliento pesado de la damisela daba a entender que había whisky y necesitaban (ambos) un trago para agarrar valor ...
- How old are you ?
- Veinticuatro …
- Pareces menor, te veo no sé … desvalido, solo, y tu familia ?
- No tengo, soy producto de las calles ...
Dejémonos de tonterías ! A estas alturas, sabemos mi buen lector que la tejana clienta en cuestión es Yocasta ConradStenbaum, la esposa de Layo Conrad Stenbaum, en pocas palabras ... la mamá de Edipo.
El problema es que ellos no lo sabían ...
Y peor aún ... no sabían que subiendo ascensores del Four Seasons, venía su padre, Layo, con su trouppe de gorilas (algunos de los que lo habían abandonado mas de dos décadas atrás en el callejón), porque se le había arruinado el zipper del pantalón del traje Armani a mitad de conferencia.
Edipo había tan sólo intentado posar sus labios en los labios de la clienta ... la escena fue suficiente para Layo al entrar ..
Ya la película era repetida para Edipo, quien al ver la cara de indignación del fulano, ató cabos, dijo “es el esposo” y antes de que el guardaespaldas mas ágil lo atrapara, Edipo saltó al dormitorio, abrió una ventana ... “Cuarto piso es muerte segura” y se arriesgó a la menos segura de sus muertes, se dio media vuelta, enfrentó al gorila, usó sus métodos de pelea callejera de vagabundo del Bronx y le mordió el brazo en el que portaba el arma, esta cayó al suelo, y en el momento que Edipo la atrapó, Layo le apuntaba directo a los ojos ...
- No – gritó Yocasta – es mi culpa, mi error, nada de sangre !
- Hijo de puta ! – grito Layo – y martilló la pistola.
Edipo fue mas rápido, de esa distancia, imposible fallar, el disparo entró en la mejilla de Layo y le destrozó la masa encefálica.
Antes de entrar a la sala de la Corte, Edipo hojeaba el “Times” de ese día, con la fotografía de Layo, el rey del petróleo, y la suya propia, el asesino ...
- Mierda ... ese soy yo ?
Había una extraña similitud en la comisura de los ojos del asesino y del asesinado... pero nadie lo notó.
Amor, me reventaron a patadas, bien dadas, descaradas, el árbitro no pitó nada, chanchada, casi me dan con una granada, amada; regreso a casa maltrecho, deshecho, contrahecho, no por andar de peperecho, por tu mirada sospecho, no es el hecho, no vengo de otro lecho, no es mi techo, a lo hecho pecho, es el fútbol y sus derechos, medio torcidos pero es un hecho, me reventaron el antepecho, a pelotazo de despecho
… y canta, porque un pueblo que canta, nunca muere, es imposible que país con identidad nacional y cultural muera, no se requieren para ello ni 40´s ni 10 %´s de cuota de programación radial …
Hola Alba :