Lo más divertido del fútbol, es que nos apasiona lo que los jugadores hacen con los pies, pero en un inicio, todo se jugaba con las manos … al revés de lo que hacen los dirigentes, que jamás pusieron los pies pero son los primeros en meter la mano.
El fuera de juego nace con el fútbol mismo
- “Es que en el siglo pasado, era más fácil, no existía el fuera de juego” – dicen algunos comentaristas de fútbol y opinólogos de cualquier cosa.
- “Así es - saltan otros- por eso Pelé hizo más de mil goles … porque no había offisde.
Nada más falso, nada más errado.
Desde los inicios de la redacción de las reglas del “football” emanado de las reglas del rugby inglés original en 1863, ya existía la posición “fuera de juego” cuando un jugador (player) recibía la pelota solo ante el portero, o de espaldas al arco sin oponentes.
En 1866, solo tres años después, la regla cambia, la Asociación de Fútbol Británico (que era la que regía desde el nacimiento del fútbol en la Freemason´s Tavern) proclamó la “regla de los tres oponentes” que más bien debería llamarse “la regla del santo despelote” … nadie entendía nada.
Esta ley de fuera de juego se basaba en que el jugador estaba “offside” si el jugador se encontraba más cerca de la línea opuesta que el balón y el antepenúltimo adversario, lo que quiere decir que el jugador se encontraba más adelantado que todos los jugadores oponentes menos dos. Dicho de otra forma, un jugador estaba en posición legal si tenía a tres oponentes o más ante sí.
Entendieron algo? Yo tampoco, y los jugadores y árbitros de la época … aún menos.
La gran novedad de la regla clásica es que permitía, en las circunstancias determinadas por ella, pasar a un compañero más adelantado que el balón. Ello provocó un desconcierto inicial entre los jugadores hasta que floreció el juego combinado que culminó en el sistema clásico (también llamado sistema o formación piramidal) con tres zagueros, dos centrocampistas de contención y cinco delanteros. De los dos zagueros, el más adelantado es el que determinaba la línea de fuera de juego.
Caían más goles que mangos maduros en temporada.
La regla del “fuera de juego” de 1925 y su cambio, para favorecer el gol, en 1990.
El cambio a la “Regla de dos oponentes”, se da en 1925, dado que la de tres era imposible de manejar, como nunca se sabía si era gol o no, y las canchas no tenían malla ciclón o alambrado, los árbitros siempre daban el gol por válido por aquello de evitar tener que huir frente a doscientos fanáticos neuróticos tratando de matarlos.
“Recordemos que, según la regla de 1865, un jugador se encontraba en posición de fuera de juego si se encuentra más cerca de la línea opuesta que el balón y el penúltimo adversario, lo que quiere decir que el jugador se encuentra más adelantado que todos los jugadores oponentes menos uno. En relación con la regla clásica, se cambió la palabra antepenúltimo por la palabra penúltimo.”
En efecto, el cambio súbito a la regla de los "dos oponentes" desequilibró masivamente el sistema de defensa practicado hasta entonces y llevó a un incremento inmediato en la cantidad de goles anotados. Se marcaron 4.700 goles en 1.848 partidos de fútbol de liga inglesa en los años 1924-25. Esta cantidad se elevó a 6.373 goles con el mismo número de partidos en la liga 1925-26.
O sea … promedio de 3.44 goles por partido … que maravilla !
Pero el número de defensores creció, y así crecieron los cero a cero ….
En 1990 se determinó que el atacante, en línea, con el último defensa, no estaba fuera de juego y podía entrar a área de gol recibiendo balón.
Las 95 reglas que cambia FIFA en el 2016, cambian sutilmente, la siempre complicada regla del “fuera de juego” …
Dejémonos de ondas, antes teníamos más goles en el fútbol, simplemente porque teníamos más delanteros, se atacaba más, y no éramos tan especulativos con la chimbomba …
… la regla del “fuera de juego”, de todas formas, nadie la entiende todavía.
Era un grupo pequeño, los mismos de siempre, eternos afectados por el parangón obsesivo compulsivo de tener poder, acaparar poder … dinero, riquezas, mujeres …
Mi Sol brilla en el frío, que marca su ausencia , sabe como quemar así de lejos, ante la carencia permanente de su presencia , llenándo de su calidez cada poro de mi piel que lo espera.
Mi nombre es Horacio, 30 años, soltero, soy partidario ferviente de que cada quien adore al Dios que le dé la gana, aunque les advierto a todos, que no pierdan su tiempo, porque el único Dios verdadero es el mío …