Ni tirados a los leones, ni peleando con una red ante gladiadores, las Historias tradicionales del cristianismo (y de las historias verbalmente trasladadas de generación en generación por los católicos) enumeran miles de mártires cristianos. Sin embargo, existe muy poca evidencia histórica para tales afirmaciones.
En el transcurso de 300 años solamente se han obtenido evidencia de siete u ocho persecuciones (no 10), y estas generalmente ocurrieron en las provincias. Y aun así sólo tenemos un puñado de nombres. La razón es que la persecución estaba relacionada directamente con la crisis.
Hambruna, sequías, terremotos, plagas y ejércitos invasores serían interpretados como enojo de los dioses. En general, los cristianos eran tolerados. Era únicamente en los períodos de crisis que los chivos expiatorios tenían que buscarse; y eran estos cristianos quienes habían provocado la cólera de los dioses (por ejemplo en el Incendio de Roma, en épocas de Nerón, por sugerencia de su Jefe de la Guardia Pretoriana, juzgó y ejecutó una veintena de cristianos).
Todos sabían dónde vivían -en caseríos y ciudades muy pobladas- eran fácil darse cuenta ya que se quedaban en casa durante los variados festivales religiosos y en tiempos convulsionados eran fácilmente arrestados.
Los dos más grandes períodos de persecución sucedieron durante los reinados de Decio (r. 249-251 d. C.) y Diocleciano (r. 284-305 d. C.). En el año 250 d. C. el Imperio sufrió un sin fin de desastres: inflación, hambruna, ejércitos invasores y una plaga. Decio promulgó un edicto que ordenaba a todos en el Imperio asistir a los templos imperiales, paganizarse y así apaciguar a los dioses.
El pueblo necesitaba obtener un recibo para comprobar haber estado ahí. Todo un mercado negro de recibos floreció al negarse los cristianos a cumplir con el edicto.
La crisis del siglo III trajo inestabilidad económica y militar. En constante competencia por el trono, de los de 25 siguientes "Emperadores de barraca", sólo tres murieron en su cama.
En tan poco tiempo en el poder, algunos tomaron la gruesa tarea de legalizar el cristianismo, pero, con el único propósito de enlistarlos en el ejército romano.
Sabemos que algunos cristianos se unieron a las legiones, pero la mayoría se mantuvo al margen. Mientras los magistrados y patrones estaban lejos en la guerra, los cristianos tomaron el control de ciertas ventajas de la ciudad. Por medio de su caridad con los alimentos, ropa y sus primeros hospitales los cristianos se hicieron muy populares entre las masas.
En el año 284 d. C. Diocleciano se preparaba para restaurar el Imperio. En el año 302 d. C. durante uno de los sacrificios, un sacerdote (augur) descubrió unas entrañas horribles en un animal.
Diocleciano culpó a los cristianos, ordenó su arresto y la quema de sus escrituras sagradas. Esto se conoce como 'La Gran (y Última) Persecución'. Con el retiro sin precedentes de Diocleciano, varios individuos pelearon por el poder imperial.
En el occidente, Constantino I (r. 306-337 d. C.) venció con éxito a Majencio en el Puente Milvio, en Roma. Más tarde declararía que fue por del Dios cristiano que ganó la batalla y se convirtió al cristianismo
Las arenas
Roma carecía de una institución establecida para los criminales convictos; no tenía períodos preestablecidos de condena ni sentencias de por vida. Cada ciudad tenía celdas de detención para los prisioneros hasta que un magistrado estuviera disponible, y el castigo era de acuerdo con la clase social.
Las clases altas con un cargo de asesinato o traición eran decapitadas, los criminales de las clases bajas eran ejecutados en las arenas como una herramienta de propaganda, demostrando al público la ley y el orden romana.
Algunos convictos fueron forzados a participar en la cacería, pero, la mayoría de las veces eran atados a una estaca y luego devorados por el animal.
Contrario a la creencia popular, los gladiadores no luchaban con cristianos en las arenas. Los duelos de los gladiadores eran ritos funerarios que se originaron en la civilización de los nativos etruscos.
Los críticos
Desafortunadamente, la literatura del antiguo mundo provenía de la clase alta, de hombres educados y no tenemos idea de lo que pensaba el hombre promedio griego o romano de la clase baja acerca del nuevo movimiento cristiano. Sin embargo, entre la clase educada hubo crítica al cristianismo.
Galeno, un médico del siglo II d. C. quien sirvió en la casa Imperial elogiaba las prácticas saludables cristianas (moderación en la comida y bebida y la contención en el apetito sexual), pero también criticaba su lógica, particularmente en la historia de la creación del Génesis. Galeno alegaba que era imposible crear si no había una materia antes (de ahí la posterior doctrina cristiana en contra de Galeno conocida como "creatio exnihilo" o "la creación de la nada").
Una innovación a este sistema fue la veneración de reliquias. Los huesos (y algunas otras partes del cuerpo) ahora eran considerados sagrados, objetos santos que podían facilitar curas milagrosas.
Esta innovación escandalizó tanto a judíos como a gentiles pues violaban el concepto de contaminación corporal. No es para menos que el comercio de reliquias (la mayoría falsificaciones) se convirtiera en algo tan repulsivo en la Edad Media que fue eliminado por Martín Lutero en sus reformas contra el Vaticano durante la Reforma Protestante.
Constancio Cloro
No todos los emperadores estuvieron de acuerdo con la política de "paganizar" cristianos Constancio Cloro, el padre de Constantino, (esposo de Santa Elena) quien se convirtió en emperador en la Galia, España y Gran Bretaña en el año 305 d. C., se negó a ejecutar a ningún cristiano.
Los provinciales orientales tuvieron que soportar una serie de oleadas de persecución hasta el 313 d.C. Ese mismo año se permitió la libertad de culto en el este en el llamado “Edicto de Milán”. No se trataba de un edicto ni de Milán, sino de una carta de Constantino y su co emperador Licinio a los gobernadores orientales.
Los romanos eran personas horribles y sedientas de sangre en muchos sentidos. Pero el trato de los cristianos por parte del estado imperial romano fue más complejo de lo que podríamos pensar en un principio.
El crecimiento del cristianismo y su eventual triunfo en la Europa medieval es actualmente un asunto de mucho interés entre los historiadores. El punto de vista tradicional era que el cristianismo ofrecía un sistema de moralidad y consuelo a un mundo desprovisto de espiritualidad.
Está claro que no es verdad; los antiguos romanos (ciudadanos) eran tan piadosos y espiritualmente tan fieles como los cristianos.
Monstruo bicéfalo, angustia recalcitrante, repugnate creación de Satanás, criatura de saliva espesa y pegajosa, monstruo de la incertidumbre, de la intriga, del “nosequevaaserdemimañana”, bestia cruel y hedionda, te expulso y te condeno a vivir eternamente afuera de mis adentros.
(Historia tomada de la vida real, sucedió en enero 2014, en una ciudad pequeña de algún país centroamericano).
Estos son testimonios interesantes, divertidos, “levemente” retocados de alumnos de 3os y 4os grados, dando una opinión escrita acerca de sus profesores y profesoras (como se dice en el nuevo dialecto Bolivariano, idioma oficial que se habla en las esferas gubernamentales del país).